Creo que ninguno negará este aserto:
en el mundo actual de la poesía
—reino sagrado de la fantasía—
no hay nadie que supere a Luis Alberto.
Pero la envidia hispana es hecho cierto,
triste verdad probada día a día.
Nada importan tu esfuerzo o tu valía:
España no te admira hasta que has muerto.
Igual que al gran Balzac negó su gloria
la Academia Francesa, así se ha hecho
con él, mezquinamente y con amaños.
Mas su voz seguirá en nuestra memoria
y a aquellos que ignoraron su derecho
nadie recordará, tras breves años.
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