Lucía de Lammermoor

 


 

Lucía de Lammermoor (Lucia di Lammermoor, 1835) Gaetano Donizetti

 

Esta es otra de las historias operísticas copiadas de sir Walter Scott por las que el escritor no vio ni un penique de royalties. Un pícaro llamado Salvatore Cammarano la empleó para que Donizetti le pusiese las difusas (y las fusas, y el resto de las otras notas) y cobrar él por el fruto de la imaginación del escocés.

No sería sir Walter Scott quien fue si en su trama no aparecieran castillos, intrusos misteriosos, apariciones de fantasmas, doncella rubias y virginales, promesas de matrimonio (el escritor era muy moral y no aprobaba eso de «arrejuntarse»), capellanes aconsejantes, duelos al amanecer con un frío que pela, personajes que se vuelven locos, maldiciones que te parten por la mitad y muertes a tutiplén. Efectivamente: todos estos elementos están presentes, porque, de otra manera, el espectador los echaría en falta. En cuanto al argumento concreto, renunciamos a contarlo en detalle, pero ustedes ya se lo imaginan; algunos aman, otros son amados, otros no y, entre todos, acaban a puñaladas.

No queda nada por añadir, salvo dos detalles: que Maria Callas tuvo un gran éxito con esta pieza (interpretando el papel de Lucía o el de Edgardo, uno de los dos, aunque no estamos seguros de cuál) y que el título en italiano de Lucía de Lammermoor es Lucia de Lammermoor.

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