El barbero de Sevilla

 


El barbero de Sevilla (Il barbiere di Siviglia, 1816)

Gioachino Rossini

 

Rossini compuso la ópera sobre la primera de las obras de la trilogía de Fígaro, de Pierre-Agustin de Beaumarchais, cuya segunda parte tocaría Mozart en Las bodas de Fígaro. Aquí aparece por primera vez el famoso peluquero, aunque nosotros, de puro patriotas, estamos dispuestos a declarar ante notario que Lamparilla, el barberillo de Lavapiés, es mucho más listo y más simpático que su contrapartida gala.

Esta ópera bufa cuenta como el conde de Almaviva quiere liarse con la joven huérfana Rosina, burlando a Bartolo, el preceptor de la muchacha. Como los nobles no saben hacer las cosas por ellos mismos, Almaviva necesita un gato con botas que le resuelva el problema. Este resulta ser Fígaro, que cobra a tanto el enredo y que consigue unir en matrimonio a los enamorados.

Esta pieza y las otras estuvieron prohibidas porque se supone que eran una ofensa para la aristocracia. Pese a ello se representaron clandestinamente en la corte de Luis XVI y en otras, porque hay mucha gente a la que le gusta jugar con fuego. Si durante la Revolución francesa se le perdió bastante el respeto a la nobleza, fue en gran parte por estas comedias satíricas.

 

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