Reseña de «Un hilo rojo», de Ana Azorín

 

Ana Azorín: Un hilo rojo, Éride Ediciones, Madrid, 2025, 90 págs.

 


          El teatro es escuela. De buenas costumbres, se ha dicho siempre. Pero también del mismo arte teatral, por lo que no resulta en absoluto de extrañar que una persona con una trayectoria tan brillante en las tablas como Ana Azorín —una de nuestras más grandes actrices cómicas— haya puesto todo lo aprendido en sus innumerables interpretaciones de los más variados personajes al servicio de la creación y nos haya deslumbrado —que no sorprendido— con una obra de perfecta factura como la presente. Una obra de rabiosa actualidad al tiempo que sobre un tema eterno. Una obra plena de verdadera psicología y de brusca verdad.

          El amor asusta. Nadie negará este hecho. Y en este drama se nos presenta hábilmente una especie de muestrario emocional de las situaciones tanto típicas como anómalas por las que puede pasar una pareja: reencuentros, separaciones, añoranzas, culpas, costumbres, remordimientos, sospechas, mentiras, peligros, desengaños, revelaciones, sacrificios, incomunicaciones, rupturas, esperanzas... No es lugar este de revelar la trama, solo de anticipar el abanico de pasiones y estados mentales que a lo largo de la pieza nos transmiten Sara y Nacho, esa pareja de amantes tan peculiares, tan «suyos» y tan de todos a la vez.

          La estructura narrativa de la pieza es impecable. Se nota que la dramaturga conoce de primera mano los recursos escénicos y cómo sacar de ellos el mejor partido. Emplea abundantes e ilustrativas acotaciones para beneficio de los intérpretes a la hora de encontrarle matices a la conducta de los personajes. Los dota generosamente de intervenciones dialogales que permiten su máximo lucimiento. Hace también partícipe al público del desarrollo argumental, mediante intervenciones de los actores dirigiéndose a él y poniéndole por testigo de la acción, lo que añade cercanía a la historia y humanidad a los personajes. En resumen: la autora maneja con gran precisión la carpintería teatral que da solidez al argumento.

          Y en cuanto al punto de vista desde el cual los propios personajes reflexionan sobre lo que les sucede, Azorín lo plantea de forma dual. Por un lado el mito, la leyenda del hilo rojo predestinador que une imperceptiblemente a las almas. Por otro, la visión positivista y científica, la «explicación» química de las afinidades y las repulsas, una manera simbólica de explicar la falta de éxito de algunos procesos amorosos.

          Estamos, pues, ante una magnífica reinterpretación de los conflictos de amor en toda su fealdad y toda su belleza, hecha con gran madurez, oficio y creatividad. Lo que se nos cuenta es radicalmente verdad. «Quien lo probó lo sabe». Un ilustrativo prólogo de Ramón Paso realza más aún este libro, aparecido en Éride Ediciones, que tanto hace por conservar y difundir nuestro mejor teatro, como es, sin duda alguna, el caso presente.

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