El desmontañamiento

 



          La economía mundial va mal, en el mundo ya hay mucha gente y ya va faltando sitio.

          La conclusión que se deduce de esto está clara: ha llegado la hora de quitar las montañas.

          Porque las montañas, señores, no sirven para nada, salvo para que las escalen con gran dificultad unos señores que van con botas especiales y forros polares precedidos por unos guías locales que van descalzos y sin casi nada encima.

          Mi proyecto de drástica reestructuración del planeta (una de las cosas que quiero llevar a cabo antes de jubilarme) podría muy bien empezar por este paso: nivelar las montañas y arrojar la tierra y las piedras al mar, para la formación de nuevas islas. Piénsenlo: los beneficios serían inmensos.

          En primer lugar tendríamos más llanuras para el cultivo de esos cereales que algunos se toman para desayunar en lugar de un croissant o una tostada.

          Todo el mundo tendría curiosidad por visitar las islas recién formadas, lo que generaría muchos nuevos puestos de empleo entre cartógrafos, profesores de geografía, agentes de aduanas, carteristas y en las industrias turística y hotelera principalmente.

          Habría otras ventajas. Muchos pueblos recibirían más luz del sol, al no tener cerca una montaña que se la tapase. Muchos menos pilotos borrachos se estrellarían contra los montes. Y los paisajistas tendrían que inventarse nuevas cosas que pintar, en vez de repetirse como pepinos en lienzos sobre «Nieves eternas» o «Vista parcial del Moncayo desde San Millán de la Cogolla», con lo cual todos los amantes del arte saldríamos ganando.

          En cuanto a la utilidad de las islas es tema inagotable. Yo me inclinaría por hacer islas temáticas, cada una de ellas dedicada íntegramente a un fin: parque de atracciones, burdel campestre, colonia penitenciaria, casino, manicomio al aire libre... las opciones son múltiples.

          Las islas se podrían vender a buen precio a los grupos de separatistas y pronto tendríamos países-archipiélago como Nueva Euskadi o Palestine-on-Sea. No descarto islas dedicadas a minorías, como Republicana Española o Afroamérica, donde se irían a vivir los descontentos en sus propios países.

          ¡No me digan que no es una idea de rechupete!

 

 

 

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