Don Pascual

 


Esta es la ópera número 64 de las 66 que compuso su autor; o sea, que le debió de pillar cansado y con ganas de acabar su carrera de compositor.

La pieza toma sus personajes de la commedia dell’arte, esa forma teatral renacentista en la que cada actor decía lo que le daba la gana en ese momento dado, pues se carecía de diálogos fijos. Aquí sí los hay, aunque ninguno es muy gracioso, todo hay que reconocerlo.

Ernesto rehúsa casarse con una dama noble, rica y con formas, y prefiere a su novia pobre, humilde y esquelética, lo que provoca las iras de su tío, don Pasquale, anciano forrado que decide casarse él mismo. Para embromarle, le desposan falsamente con la novia del sobrino, quien nada más terminar la «boda», le pega al marido una paliza que lo balda. Además, gasta el dinero a una velocidad supersónica y se convierte en una harpía de mucho cuidado.

La pieza más famosa de la ópera es una cavatina que el personaje de Norina canta sentada, lo que nos sorprende, porque nosotros creíamos que lo de la cavatina tenía algo que ver con montar a caballo.

La falsa esposa hace creer a don Pasquale que tiene un amante y le lleva a la desesperación por un atajo. Finalmente, todo se aclara y queda patente la moraleja de la obra: si eres viejo, no te cases nunca; conténtate con tener amantes y ponles un piso si quieres, pero no te cases.

 

 

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