Títulos varios 3

 


 La calesera

          Rafael es un guapísimo liberal decimonónico que quiere casarse con una marquesa muy conservadora, que tiene un palacete con treinta y dos cuartos de baño, jardín, cuadras, piscina, calefacción central y pista de tenis. Elena, la empingorotada marquesa, le ha entregado su mano y más cosas al joven revolucionario, principalmente para que la envidien sus amigas. Maravillas, una actriz de mala fama, está enamorada de Rafael, porque es de los que pegan y eso a ella le gusta mucho en un hombre. Pero aunque la comedianta le salva la vida a su amado varias veces a lo largo de los tres actos, él, al final, se queda con la que más dinero tiene. Paradójicamente, el personaje más decente de todo el reparto resulta ser el célebre ladrón Luis Candelas, que sale a escena de cuando en cuando.

 

El huésped del Sevillano

           Un noble caballero español del siglo XVI corre un montón de riesgos para casarse con una hebrea, porque las damas cristianas de su momento eran muy beatas y totalmente inaguantables. Como la judía está buena (para mojar pan), no falta un conde que se la quiere trajinar y, como ella no se deja, la rapta con objeto de hacerle eso que todos nos imaginamos, por lo que el galán ha de ir a salvarla y la historia se convierte en una de «bueno mata malo» sin más. La única diferencia con otros mil argumentos iguales es que en un mesón cercano está Miguel de Cervantes tomando apuntes de estos sucesos para luego ponerlos en una novela y ganarse unas perras sin tener que tomarse el trabajo de inventarse una historia original.

 

 La tabernera del puerto

         Marola —la tabernera— es una lagartona con muy merecida mala fama que encandila con sus coqueterías, sus escotes y sus arrumacos a todos los hombres del puerto. Su marido, Juan de Egía, es un antiguo bandido, rotario y contrabandista que no se sabe a ciencia cierta si se ha jubilado ya o todavía no. Leandro es un pescador que está enamorado de Marola, porque le gustan las mujeres con mucho pasado. Los pescadores son todos unos babosos que van a la taberna a ver si pueden pellizcar a la tabernera sin llamar mucho la atención. Sus esposas son unas envidiosas, que solo esperan la ocasión adecuada para propinarle a Marola la paliza de su vida. Ella le dice a Leandro que Juan de Egía no es su marido sino su padre. El otro hace como que se lo cree y ambos deciden escaparse y ponerle los cuernos al contrabandista. este convence al amante de su mujer para que introduzca un alijo de cocaína en el puerto. No pasa casi nada más y nosotros no acabamos de decidirnos por cuál de todos estos personajes nos da más asquito.

 

 El anillo de hierro

 En la Noruega del siglo XVIII Rodolfo y Margarita se aman, porque ella tiene las cosas puestas en su sitio y él sabe contar unos chistes de suecos muy divertidos. El conde Belfort, padre de la jóvena, no consiente en la boda porque Rodolfo es pobre como las ratas escandinavas y de origen desconocido. Además, hay un barón malaje que quiere casarse con Margarita y hace chantaje a su padre, como es lo habitual en este tipo de argumentos. Margarita, para salvar a su progenitor —o más bien por no oírle, porque el hombre está insistente y la tiene harta— accede a la boda con el barón. ¡Menos mal que en el último minuto el libretista se las apaña para que Rodolfo resulte ser hijo de un noble más noble que los otros dos nobles! Al parecer, cuando era pequeñito alguien le tiró al mar por descuido, pero no se ahogó: se limitó a flotar. El conflicto se arregla y para rematar la felicidad de los protagonistas el barón se tira por una ventana y se hace migas.

 

 El cantar del arriero

 En una venta situada en la carretera que conduce a Puebla de Sanabria (ya saben: junto a la encina grande que hay nada más salir de la curva) viven Blas, el ventero, y su hija Mariblanca, que es guapa, porque si no lo fuera, no la dejarían protagonizar una zarzuela. Anselmo, un mozo del lugar que tiene más dientes que los otros mozos, está enamorado de Mariblanca, pero el padre se opone porque Anselmo no tiene fortuna (¿por qué nos suena tanto esto?, ¿en qué otro lugar lo hemos leído ya antes?). Un día aparece por allí un bandido decidido a beneficiarse a Mariblanca y, de paso, a hacerse con la recaudación de la venta. Solo espera a que lleguen sus secuaces para dar el golpe de mano definitivo. Pero la banda de bandidos pierde el tren, se retrasa y, mientras tanto, el jefe de la partida se entera —no queda muy claro cómo— de que Anselmo es hijo suyo, fruto de algo que hizo una vez cuando, de joven, paso por allí. Ni que decir tiene que todo se soluciona: los jóvenes se casan y el bandido se va a robar a otra comarca.

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