Aristóteles

 

  


Llevamos muchos siglos obedeciendo los mandatos de los supuestos hombres sabios, sin cuestionar en absoluto si lo son.

¡Ya está bien, hombre! ¡Ya me he hartado y voy a tirar de la manta para desenmascarar a un farsante que lleva siglos y siglos de fama, para que aprendamos a no creernos todo lo que nos cuentan en el colegio, como si fueran verdades indiscutibles!

Todos ustedes han oído hablar del Filósofo, así con mayúsculas, antonomasia empleada para designar a Aristóteles, ese señor que escribía libros tan confusos que se necesitó toda la Edad Media para comentarlos y saber qué diablos decían. De hecho, en la Edad Media los hombres se dividían en tres clases principales, los rubios, los morenos y los comentaristas de Aristóteles.

Y les habrán asegurado repetidas veces que era un genio, y el amo, y el que más sabía de Física y de Metafísica. Y que nunca se le caían al suelo las tortillas cuando les daba la vuelta. Se dice de él que un lunes que tenía poco que hacer, escribió siete tratados de Zoología, dos de Física, tres de Lógica y aún le quedó tiempo para disertar sobre la comedia (en un libro que, afortunadamente, se ha perdido).

Sepan que todo es mentira.

Yo me he dedicado a buscarle los puntos flacos al tal, porque me caen gordos los prepotentes y él lo era mucho, al pretender saber de todo más que nadie, como lo prueba que escribiera sobre todos los temas habidos y por haber en un tono pontificante y asqueroso (algo parecido a lo que hago yo aquí, con la diferencia de que yo sí sé de todo mucho más que él y me lo puedo permitir; además, yo no soy vanidoso, como se habrá podido observar.)

Y he encontrado una gran variedad de estupideces de menor cuantía —que obstaculizaron el avance de las ciencias durante muchos siglos— y tres grandes burradas que ocasionaron mucha sangre y mucho dolor, y que le hacen acreedor al título de gran malefactor de la humanidad.

 

BURRADAS MENORES

(Expurgadas de sus textos.)

Aristóteles afirmó:

a) que los varones tienen más dientes que las hembras (porque no se molestó en comprobarlo, con lo fácil que le habría sido abrirle la boca a su señora para contarle los dientes);

b) que la sangre de las mujeres es más espesa que la de los hombres;

c) que la función principal del cerebro es el enfriamiento de la sangre;

d) que la inteligencia del hombre reside en su corazón;

e) que las personas que tienen la cabeza grande duermen más que las otras;

f) que los objetos pesados caen más rápidamente que los ligeros, y

g) que las distintas especies animales surgieron por generación espontánea.

(Hay más cosas, pero creo que, como ejemplos, son suficientes.)

 

BURRADAS MAYORES

(Sólo tres, pero contundentes.)

a) Defendió encarnizadamente la esclavitud;

b) afirmó que los griegos eran superiores a los demás pueblos, y

c) postuló que las clases trabajadoras no debían en modo alguno participar en el gobierno.

Resumiendo: como todo el mundo le ha venido haciendo caso desde su tiempo, resulta que fue él quien tuvo la culpa de la esclavitud (que aún hoy perdura en variedades laborales y sexuales), del racismo y el nacionalismo (y todas las guerras causadas por creerse superior a otras razas, o sea: casi todas) y todas las opresiones sociales debidas a los gobiernos aristocráticos, elitistas y tiránicos desde el siglo III a. C. hasta la fecha.

Convendrán conmigo en que era para darle de bofetadas.

Y, sin embargo, le veneramos como al sabio más sabio de los que hemos tenido en el planeta. Así es que nos tenemos merecido lo que nos pase.

2 comentarios:

Recomenzar dijo...

Te leo saludos

Enrique Gallud Jardiel dijo...

Muchas gracias.