La India: visión de un alpinista

 


Juan Luis Salcedo Miranda: La India: visión de un alpinista, Amazon, 2021, 264 págs.

 

          Siempre hemos visto con prevención esos libros escritos por esos seres apresurados que visitan un país lejano durante cuatro o cinco días —que pasan, por lo general, sin salir del hotel donde está su convención o aquello para lo que hayan viajado— y que de regreso a su patria empiezan a escribir ya en el avión un libro contándonos absolutamente todo sobre el lugar que abandonan: su historia, su tradición y costumbres y su situación política y económica, dándonos las supuestas claves para entender su ethos. Los periodistas son muy proclives a este pecado.

          Por contraposición tiene mucho más valor cualquier visión profunda y perspicaz que nos hable de lo otro, de lo diferente, de lo desconocido. De ahí el mérito del presente libro. Porque poca gente puede conocer tanto un país como el que camina por sus caminos menos transitados, el que llega a los lugares más recónditos, el que trata con sus gentes más representativas, el que desafía el más extremo de sus climas y se enfrenta a su policía y a su burocracia. Los alpinistas lo hacen, pues una expedición de esta índole implica una gran preparación previa, años de lecturas y de recopilación de información sobre el país, trámites con su maquinaria administrativa, estudio de mapas y relaciones de viajeros anteriores, conocimiento imprescindible de las costumbres, nociones de la lengua hablada y mil detalles más. Cuando el expedicionario llega por fin al lugar, se siente en casa, pues ya conoce de memoria su entorno. Sus experiencias a partir de ahí no hacen sino refrendar confirmar lo sabido.

          Juan Luis Salcedo ha estado repetidas veces en la India y ha escalado sus montañas. Ha leído innumerables relatos de previas expediciones y se ha interesado genuinamente por sus gentes y sus lugares. Por eso puede ofrecernos ahora un libro tan completo como el presente, donde tantos y tantos aspectos tienen cabida. En su modestia, indica que es solo la visión de un alpinista, pero es mucho más, pues el autor posee unos conocimientos antropológicos y etnográficos que le permiten hablar con autoridad y certeza sobre lo que ha visto.

          El libro no solo incluye información pertinente sobre más de sesenta picos de la India —aspecto de gran utilidad para los escaladores futuros—, sino que también trata de la historia de la escalada en ese país, con gran profusión de datos y anécdotas. Considerando esto, podría entenderse que es una obra dirigida únicamente a montañistas, pero no es el caso. La descripción de cordilleras, cumbres y expediciones sirve al autor para hablarnos de muchas otras cosas: de las divisiones geográficas y políticas de la India, de la historia de los estados principescos que la integraban, de la religión y creencias de sus gentes, de sus idiosincrasias y particularidades. Leyendo sus páginas nos vamos culturizando a pasos agigantados y casi sin darnos cuenta, aprendiendo sobre esa India profunda y «de verdad» que, por lo general, no existe ni en libros de cultura ni en guías turísticas.

          Y el autor cuenta para cautivarnos con un arma eficacísima: un estilo claro y directo que permite leer sin cansarse, una prosa amena que nos hace desear más, una perspectiva crítica que profundiza en la esencia de las cosas y las pone a nuestro alcance, para nuestro disfrute y nuestra formación.

         

 

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