Dualismo: buenos y malos,
vencedores y vencidos,
honestos y sinvergüenzas,
alemanes y judíos,
arcángeles y demonios,
vino blanco y vino tinto,
madridistas y culés,
de Valdemoro y de Pinto,
de Rossini y de Puccini,
pecadores y benditos,
derechistas e izquierdistas
y güelfos y gibelinos.
Nuestro mundo es maniqueo,
obtuso y muy primitivo,
por eso simplificamos
para no armarnos un lío.
De lo que trata este verso,
que es mogollón de bonito
(¡qué frase más mal escrita
es ésta que me ha salido),
es de los juicios de Nüremberg
(ya saben cuáles les digo:
cuando se juzgó a los nazis
que se hallaban en presidio
acusados todos ellos
del asqueroso delito
de haber perdido la guerra;
pues si hubiera sucedido
lo contrario, si el Adolfo
hubiera vencido al Winston,
lo que sucedió después
hubiera sido distinto).
La «peli» nos muestra a un juez
que ex profeso se ha venido
desde América y que es
un tipo la mar de listo.
Está también el fiscal
militar, bastante estricto.
Y un defensor alemán
que sacó hace poco el título
de abogado, por quien no
dan ni un marco sus amigos.
Habla el fiscal y pregunta:
«¿Creen ustedes que es bonito
matar judíos a espuertas,
desfilar marcando el ritmo
y ver óperas de Wagner,
como El Parsifal, Sigfrido
y el dragón o Las valkirias?
¿No se hallan arrepentidos?»
De los varios acusados
contesta el más pequeñito:
«Yo no entiendo de política.
¿Qué es un nazi? Yo no he visto
nunca ninguno. Yo nada
he escuchado, ni he sabido.
A mí, el que me gusta es Verdi
y otros de ese mismo estilo.»
«¿No supo lo que pasaba
y que se quemaban libros
cada noche en las esquinas?»
«Yo pensé que tenían frío
y hacían hogueras con ellos
con el fin de combatirlo.»
«¿No escuchaba las consignas
que daban desde el Partido?»
«Yo tengo la radio rota
desde el año treinta y cinco.
No he podido comprar otra
desde entonces. Y no he oído
nada.»
«¿No se le ha ocurrido
preguntarse, por ejemplo,
qué pudo haber sucedido
con todos esos montones
de hebreos desaparecidos?»
«Pensé que se habrían marchado
a Nueva York. Es lo típico,
porque allí viven muy bien:
la Bolsa es suya y son ricos.»
«¿Se declara el acusado
inocente como un niño?»
«Si me permite el jurado
que exprese lo que aquí opino
lo que tengo que decir
es que los sucios políticos
—sin hacer caso del pueblo—
implantaron el nazismo
e hicieron muchas maldades,
pero los alemanitos
de a pie no tuvimos culpa
y, pese a eso, sufrimos
represalias e improperios;
nos han llamado asesinos
y cosas mucho más feas:
mangantes y mangurrinos.
Mientras el hombre no pueda
estar opuesto a un partido,
mientras el Estado tenga
el control del individuo,
¡no se le puede culpar!
¿Quieren saber si supimos
que hacían barbaridades?
No es preciso ser muy listo
para suponer que sí.
Pero esto es lo que yo digo:
mientras los gobiernos sean
tiránicos y opresivos,
el hombre ¿qué puede hacer?
Sólo hacer por seguir vivo.»
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