Solo ante el peligro

 


 


Gran metáfora de la

vida es Solo ante el peligro,

que argumenta que, en el mundo,

en cuanto suenan los tiros

te ignoran tus compañeros,

te repudian tus amigos,

te traiciona tu familia,

y huyen de ti hasta los bichos:

tus piojos y tus liendres

se mudan de domicilio

y no se te acerca ni

para picarte un mosquito.

 

Un sheriff —ya acostumbrado

a enfrentarse a los bandidos—

no tiene miedo a casarse

y está haciéndose marido

de una cuáquera y entonces

le cuentan que viene un tipo

(a quien él metió en la cárcel)

a jugar con él al chito.

Llega, además, con tres más,

pistoleros habilísimos

con dos manos cada uno,

con lo que si multiplico

ocho manos por seis balas (8 x 6 = 48)

son cuarenta y ocho tiros

que pueden pegarle al sheriff

a quemarropa en mil sitios.

 

El pobre hombre pide ayuda

y ahí empieza su calvirio

(quiero decir «su calvario»,

que es el término preciso),

porque todos se le arrugan

para no acabar difintos

(«difuntos»: lo he vuelto a hacer).

Y el sheriff ha de aceptar

el hecho triste y verídico

de que va a acabar más muerto

de lo que lo están Virgilio,

el Dante y Petrarca o

José María «el Tempranillo».

 

El final de la película...

¡Ah! Por cierto..., que aún no he dicho

ningún dato sobre ella.

Se llama High Noon en gringo.

Se hizo en el cincuenta y dos,

cuando se inventó el dentífrico,

y la dirigió Fred Zinnemann,

el cineasta judío

autor de otro gran film del

que ahora no recuerdo el título.

Grace Kelly es la chica y Gary

Cooper, el protagonisto,

(que, por cierto, ganó un Oscar,

aunque no fue a recibirlo

porque, según dijo luego,

se había quedado dormido.)

 

En fin: ¿qué pasa al final?

Pues que se pegan de tiros,

el sheriff mata a los malos

aprovechando un descuido

que está puesto en el guión

y ya se queda tranquilo.

 

El mensaje que nos da

esta «peli» ya en su título

español es: «No confíes

ni en tu padre ni en tu tío

ni en tu nieto ni en tu abuelo

ni en tu hermano ni en tu primo

ni en el pueblo ni el gobierno

y ni en troyanos ni en tirios.

Nadie hará algo en tu favor

cuando te alcance el destino.

Estás más solo que Adán

cuando Eva se iba al modisto.

Del fuego aprende a sacarte

las castañas por ti mismo,

pues si ingenuamente esperas

que alguien te ayude, ¡estás listo!»

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