Aleixandre, el veintiseto

 


Crónica del otorgamiento del Nobel a la paciencia

Vicente Aleixandre es un refrán con patas. ¿Qué refrán? Ese tan bonito que dice «Siéntate a la puerta de tu casa y espera a ver pasar el cadáver de tu enemigo.»

Porque, puestos a darle el Nobel a uno del 27, él estaba al final de la lista (y, probablemente, en una hoja aparte).

Antes de seguir daremos algunos datos biográficos y críticos.

Aleixandre nació en Sevilla, pero solo se quedó allí el tiempo necesario para obtener la credencial de «poeta andaluz», que vendía mucho. En cuanto pudo, se largó. Su temperamento lírico y sus anhelos poéticos le llevaron bien joven a irse a Madrid y matricularse en Derecho y Comercio.

En 1950 pasó a formar parte de la Academia de la Lengua, lo que explica muchas cosas sobre la actual degeneración del castellano.

Pero dígase lo que se diga, la poesía de Aleixandre tiene una particularidad que no existe en la de ningún otro autor: Aleixandre la escribió toda ella sin quitarse ni por un momento la corbata.

Volvamos a lo del cadáver y la paciencia.

La paciencia es la suprema virtud. Ya lo dijo el famoso Marco Fabio Quintiliano en sus Instituciones oratorias; solo que lo dijo en latín y, por eso, no se enteró casi nadie.

Aleixandre se ganó el premio a fuerza de paciencia y de esperar a ver pasar el cadáver de sus enemigos (sus compañeros de generación).

Lorca y Hernández duraron bien poco: ya se los habían cargado en su momento.

Alberti no tenía posibilidades, por rojo y porque le gustaban demasiado los macarrones.

León Felipe (poeta pobre, viejo y feo) se fue a México y se murió de asco.

Dámaso Alonso se especializó en Góngora, haciéndose de esta manera altamente impopular.

Luego estaba Cernuda pero, ¿quién se acuerda de Cernuda?

El otro candidato merecedor que quedaba era Jorge Guillén. Pero Jorge Guillén escribía muy bien, así es que el premio fue para Aleixandre.

Muchos lectores no saben aún si la poesía de Aleixandre les gusta o no, porque no se le entiende ni una palabra.

¡Y el tipo afirmó con toda sinceridad que «la poesía es comunicación»!

(Pero en otro sitio también dijo que «la poesía no es cuestión de palabras», por lo que queda patente que tenía un follón mental de aúpa.)

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