Cuatro noticias ya un poco pasaditas

Curiosidades del mundo insólito en el que nos ha tocado vivir

 

Alberto Martínez, de 47 años, acaba de cruzar la provincia de Cuenca en patinete. Es el primer español en intentarlo, porque muchos alemanes ya lo han hecho antes. Pero la hazaña de los alemanes no cuenta para nada, porque de lo que aquí se trata es de exaltar el deporte patrio.

El patineteador eligió la provincia de Cuenca para promocionar el turismo en la misma. Según él, la mayoría de los españoles piensan que la provincia de Cuenca no tiene otra utilidad que la de unir Madrid y Valencia, y esto no es cierto. Cuenca sirve para muchas otras cosas.

 

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La aparición en el mercado de un gran número de billetes falsos de 17 euros ha conmocionado a las esferas mercantiles y policiales. Todos están hechos un barullo, aunque alaban el ingenio de los falsificadores.

Resulta que estos billetes, de un sospechoso color salmón, parecen ser bastante legales a primera vista. El papel es bueno y el grabado de la Dama de Elche por un lado y del Acueducto de Segovia por otro, inspiran sentimientos patrios y confianza.

No se pueden comparar con los billetes verdaderos de 17 euros, que no existen, así es que resulta muy difícil detectar sus fallos.

 

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Un actor del método de Stanislavski ha matado a su abuela para saber qué se siente y poder interiorizarlo y transmitirlo al público.

No sólo le han pillado y ha dado con sus huesos en la cárcel, sino que resulta que el estreno de la obra se había suspendido antes por no sé qué problema.

 

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El récord de longevidad, consistente en vivir continuadamente sin morirse ni una sola vez en el transcurso del proceso, lo ostenta en la actualidad Foma Fomich Vaselinikov, un campesino de los alrededores de Irkutsk, que ha llegado a alcanzar el martes pasado la friolera (en Irkutsk es muy fácil coger una friolera) de 128 años, por lo que ha sido recientemente condecorado.

Preguntado sobre el secreto de su larga vida, el mujik jubilado contestó que se debía a que ingería 300 tazas diarias de té verde, que es bueno para el organismo.

Este dato ha dejado sorprendidos a los dietistas y nutrólogos (¿o es «nutriciólogos»?) del mundo todo y ha armado bastante revuelo en los círculos médicos.

Corre el rumor de que lo que bebe Foma no es tanto y que no es té: de ahí lo descabellado de su respuesta.

Sus hijos, nietos, biznietos y un cuñado vago que vive con ellos, juran por Rasputín que tal aseveración es cierta.

Se quejan también amargamente de lo entrampados que van a quedar cuando Foma muera, porque el té no es barato en aquellas comarcas de la Siberia oriental. Añaden que el almacenaje, decocción y trasiego de 300 tazas de té diario (sin contar las que se beben los gorrones de los vecinos, que se dejan caer por allí un día sí y otro también) ocasionan bastantes problemas de logística.

 



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