Yo siempre había querido componer haikus, esa variedad poética consistente en sintetizar al máximo
cualquier inanidad.
Siempre había querido ser un poeta
japonés, pero en la Embajada me dijeron que lo tenía un poco difícil. Podía
adquirir la nacionalidad japonesa, eso sí. Había que rellenar muchos papeles y
esperar años, pero era factible. Sin embargo, lo de ser poeta japonés ya
era más complicado.
Así es que decidí ser poeta japonés amateur.
Y entonces descubrí el maravilloso secreto que ahora les traslado a ustedes
para su uso: un haiku no es sino una
composición escuchimizada de tres versos irrisorios con cinco, siete y cinco
sílabas, sin rima ni nada. ¡Una seguidilla de las de toda la vida, ni más ni
menos! Así es que hice muchas en muy poco tiempo. He aquí algunas de ellos que
les pueden servir de modelo:
Si te
has manchado
con
tinta de bolígrafo
frota
con leche.
* * *
La
Coca-Cola
dicen
que quita el óxido
de
cualquier clavo.
¡* * *
A la
basura
no
tires todo junto:
¡recicla
un poco!
* * *
El
ikebana
no
sirve para nada
pero
es la moda.
* * *
Si en
el bizcocho
no
pones levadura
queda
incomible.
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