Animales del cine

 


          Con «animales del cine» no se hace referencia aquí a esos actores cretinos que rechazan esos papeles que luego hacen ganar fácilmente un Oscar al que los interpreta.

          Me refiero a animales de verdad, que, cuando aparecen en las películas, son siempre y claramente más listos que los humanos. ¿Querrá decir algo esto? Los ejemplos son abundantes y luego los veremos bien vistos.

Por ende, cuando lo animal se mezcla con lo humano, la cosa empieza a degenerar con rapidez de rayo. Todas las sirenas que aparecen en diversas películas son bastante tontas y se meten en líos con harta facilidad.

          Dentro de la categoría humana, hallamos que los niños son más listos que los adultos (Solo en casa). En cuanto a adultos, los que no son de raza blanca siguen siendo los más inteligentes, aunque no sean los protagonistas. Y, cuando aparecen europeos en las películas americanas, siempre son más despiertos que los americanos, a quienes felicito desde aquí por su sinceridad.

          Pero vayamos a lo nuestro.

 

Constantes fílmico-animalescas

          1) Los animales aparecen en las películas principalmente para resolver los conflictos en los que los humanos fracasan. Lassie, el perro de K-9, Rin Tin Tín o el gato del FBI les dan sopas con honda a los demás personajes de sus respectivas películas. Por no hablar de la mula Francis, que hablaba y, además, salvaba siempre a todo su regimiento.

          2) Los bichos malos vencen al hombre siempre que quieren, durante el 98,7 % del metraje. Ejemplos válidos son la anaconda esa que —pese a ser tan gorda— se cuela por todas partes, las pirañas famélicas, el sempiterno tiburón que se merienda tranquilamente a todo el que le apetece o las serpientes que van en el avión, que son realmente la repanocha.

          3) Los animales buenos son la mejor terapia para tontos y neurasténicos. Muchos personajes de animales parecen estar creados únicamente para consolar a niños retrasados o a los que sus padres tienen medio abandonados. Eso hace irremisiblemente el delfín Flipper, que ayuda a entretenerse a un repelente adolescente, asqueado por tener que pasar el verano en el paradísiaco Coral Key, en la soleada Florida.

          4) Los hombres son malos con los animales; en ocasiones se portan como verdaderos canallas, como los que quieren mantener a la orca Willy en un parque acuático, separándola de su familia una y otra vez. Eso es lo que sucede en la famosa y ñoña trilogía Liberad a Willy (1993), Liberad a Willy otra vez (1995) y ¡Mecachis! Se han vuelto a llevar a Willy, así es que habrá que ir a liberarla (1997).

          5) Las películas de animales no resultan ser buenas para los animales. Siempre que sale un orangután en la gran pantalla, la caza furtiva de esta especie en peligro de extinción aumenta exponencialmente. En Las aventuras de Chatrán (1986) murieron sesenta y cinco gatos consecutivos durante el rodaje de escenas peligrosas.

          La conclusión final a la que nos conducen las mejores películas de bichos (King Kong, Colmillo blanco, Nacida libre, El oso, Gorilas en la niebla, etc.) es que los animales es mejor que se queden donde están, sin que nadie les moleste lo más mínimo.

 

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