Mauritania
Lucius Mauritius Flavius fue un general romano que repelió una invasión de los longobardos. Exaltado por su victoria, quiso dar su nombre a algún territorio, pero sus superiores dijeron que ni hablar del peluquín. Entonces se dedicó a escribir a los cuatro confines del mundo conocido pidiendo por favor que, si había algún país sin nombre aún, se le diera el suyo. El jeque que dominaba el territorio hoy conocido como Mauritania accedió a su petición, demostrando que por muy idiota que pueda ser una idea, siempre hay alguien dispuesto a llevarla a cabo.
Mesopotamia
Esopo fue un griego divertido que viajó a Oriente para robar unas cuantas fábulas, de esas en las que los lobos nos dicen lo que debemos hacer en cada situación. Cuando regresó a la Hélade le preguntaron: «¿De dónde vienes?» Él respondió: «De por ahí», y a esos territorios les dieron el nombre de Esopotamia. La eme inicial se añadió luego, para facilitar la pronunciación.
Mónaco
El nombre de Mónaco viene del griego moniokos, que significa «una casa». Realmente, allí no hay sitio para mucho más.
Mongolia
El nombre de este país siempre ha sido un follón. Para empezar están los que confunden a los mongoles (algo así como chinos del norte) con los mogoles (antiguos persas y un «sí es no es» indo-europeos). No faltan los que sugieren que es la misma palabra y que ‘mogol’ es ‘mongol’ pronunciado por alguien que está constipado. El caso es que primero se llamó Mongolia a secas. Luego se dividió en Mongolia Exterior (porque tenía montañas altas) y Mongolia Interior (porque allí cocinaban el pescado con mucha sal). También (no sabemos cuándo) se llamó Tuva. Como eso sonaba a poco se rebautizó como Tannu-Tuva. En 1945 la Unión Soviética se la anexionó y la hizo su esclava, por lo que le dio el nombre de Región Autónoma de Tuva, también conocida como República Socialista Soviética Autónoma de los Buriatos. En algún momento pasó a denominarse República Popular de Mongolia. Hoy en día se halla dividida en Kirguizistán y Kazajstán, pero no me hagan mucho caso, porque el libro del que estoy copiando alevemente todos estos datos seguro que ya está anticuado.
Alejandría
Este nombre sí que es una verdadera juerga, porque existen multitud de ciudades llamadas así, debido —obviamente— a los complejos del conquistador macedonio. Como existen varias, unas son más famosas que otras. La más destacada, sin lugar a dudas, es Alexandria, en el estado de Virginia (EE.UU.), famosa por su concurso interestatal de camisetas mojadas. También hay una en la desembocadura del Nilo, pero los que han estado allí aseguran que es bastante cochambrosa y que en los bares te clavan. De todos modos, hay que agradecer al rey Filipo que bautizara a su hijo como lo hizo, pues la madre quería ponerle de nombre Opilotas y casi se sale con la suya.
Isla Reunión
Está situada al este de Madagascar y estuvo mucho tiempo sin nombre. Cuando en 1793 el rey Borbón Luis XVI fue guillotinado por los revolucionarios franceses, a la isla se le puso el nombre de isla Reunión. Si alguien sabe por qué, por favor, que me lo diga, pues me muero de curiosidad por conocer la razón de este absurdo bautizo. La teoría imperante es que, como en el siglo xvi los mapas costaban un pico, el estrecho de Magallanes estaba difícil de atravesar y muchos barcos se perdían por allí, por lo que los franceses tomaron la costumbre de indicar un punto de encuentro (como en los aeropuertos) para el que se despistase. De ahí el nombre de isla Reunión. También se llamó Isla Bonaparte, pero ese nombre no duró mucho.
Roma
Este topónimo tiene fácil explicación. Se llama Roma porque es allí donde viven los romanos. Bromas aparte, el nombre de esta ciudad deriva de su mítico fundador. Así es que tenía que llamarse Rómula, pero los italianos se comieron algunas letras. La región en que se encuentra, el Latium, viene de ‘latinum’, donde también se comieron una letra, así como posteriormente Italia, de Itálica. La moraleja es que allí han pasado hambre desde la antigüedad.
Los Ángeles
En 1871 se fundó una ciudad sobre un río, con el nombre del río (algo así como sucedió con Moscú, por estar sobre el Moscova o Pisuerguidid, por estar sobre el Pisuerga). El nombre original era Nuestra Señora La Reina de los Ángeles de la Porciúncula. Como era difícil de pronunciar para los anglosajones, ningún anglosajón decente quiso ir allí y por eso la ciudad está habitada principalmente por granujas y mangantes, con la tasa más alta de dónuts consumidos por policías de todos los Estados Unidos. La Reina de los Ángeles de la Porciúncula tiene un santuario precioso, pero no está allí, sino en el estado de Tlaxcala, en México. ¡Lo que son las cosas!
Sudán
El nombre no necesita explicación etimológica alguna. Si dudan de mi palabra, vayan allí en agosto y luego me cuentan.
Thailandia
Tiempo antes de Jesucristo, parte de lo que actualmente es China estaba habitado por una población no china que se denominaba a sí misma Thai, una palabra que, al parecer, significa «libre». A medida que los chinos se expandieron hacia el sur, los thai fueron empujados hacia el sudeste de Asia, donde se inventaron un país, que no les ha ido del todo mal. Lo interesante del caso es que nos han legado el parangón del concepto de que lo «libre» es todo aquello que no es chino, lo cual no me negarán que, intelectualmente hablando, resulta bastante estimulante.
Toscana
En el norte de Italia existió un pueblo del que no se sabe nada: los etruscos. Su idioma no ha sido descifrado, los arqueólogos no tienen mucho que rascar y, además, nadie les votaba en Eurovisión. Sólo se sabe que no gustaban de lavarse mucho y odiaban el agua. De ahí su tirria al mar, donde hay mucha, los que nos ha legado el nombre de Mar Tirreno. Pues bien, ‘tosco’ es una palabra etrusca que significa «hortera» y que dio nombre al lugar donde se asentaron, porque gente refinada tenían muy poca, la verdad.
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