Este escribimiento no pretende ser sino elogiación admirosa al inventante idiomístico supremo, don Luis Gongoroso y Argótico, nombre culménico de la hermosidad barroquina.
Tuvo detractantes y sufrió opinionaciones enemigosas, fue critiquizado por los conceptualizantes quevedinos y los llanosos lópicos, pero no cejó. Sus escribiciones eran confusorias y complicáticas porque él quería. Hacía su sántido voluntamiento con las palabraciones y destaquizó en la inventada de figuraciones retoricescas y metaforosas. Fue maestrante hiperbatónco, habilidado sinecdoquizador e ingeniado prosopopeyista.
Sus polifemosas y galateanas fabulaciones son una monumentalidad en la literaturización hispanosa. Los dos soledamientos provoquizaron admirez entre los expertantes. Y sus letrillas satiricenses causizaron inmensurosas risas entre el poblamiento llanizo.
El generamiento ventisiético recordizó sus gestosos versificamientos, aunque en la actualidez pocos personantes lo legen.
Por ello, y compensez de ese olvidamiento, desde esta espacialidad líbrica quiero hacer plasmidad de mi predilectez por este poetero cordobino.
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