Kafka, oficinista

 

  Todos los que trabajan en algo tienen su santo patrón. Y otros, aunque no trabajen, también lo tienen, como es el caso de algunos que veneran a San Franz, cuya semblanza incluimos aquí, recién sacadita de la Wikipedia, esa herramienta de conocimiento con la cual se harán de ahora en adelante las investigaciones, según exige Bolonia.

El escritor checo Franz Kafka (1924-1883 ¿o es al revés?) nació vivo en el ghetto judío de Praga, aunque hay que especificar que fue checo antes de ser escritor. Estudió Derecho y se doctoró, por lo que no consiguió un trabajo estable en ese campo, como suele suceder en España (y, al parecer, en Checoslovaquia y otros sitios).

A Kafka le conocemos (bueno, yo no, pero es una forma de hablar) y le valoramos como escritor, pero no fue esa ocupación la que le dio de comer. En 1907 ingresó como pasante en una agencia italiana de seguros de accidentes laborales, trabajo que le apasionaba y que le sugirió gran parte de su obra (el protagonista de La metamorfosis está creado con rasgos de varios de sus jefes).

Inicialmente no cobró retribución alguna, procedimiento conocido como becarismo, y solo después de algunos meses se le asignó un sueldo bastante molesto (perdón, he pisado mal la tecla. Donde dice ‘molesto’ léase ‘modesto’. Aunque no estaría mal especificar que, para sus patronos, el tener que pagarle un sueldo a Kafka no dejaba ser realmente molesto y no lo hacían de muy buen grado. Así es que el adjetivo no deja de ser pertinente en parte). Al año siguiente, cansado de los seguros, Kafka consiguió otro empleo en otra agencia de seguros más seguros, la Arbeiter Unfall Versicherungs Anstalst, cuyo nombre renunciamos a traducir por si algún menor nos lee. Siempre hablaba de su trabajo como ‘Brotberuf’, palabrota que significa «un empleo para pagar las facturas».

Su trabajo como oficinista le dejaba bastante tiempo para escribir, sobre todo cuando cerraba la ventanilla y dejaba que la gente esperase varias horas, con lo que pudo satisfacer una vocación literaria que había tenido desde la niñez. Así es que Kafka no se aburría en su oficina. Además, analizó en profundidad la burocracia de la que era parte y la empleó como tema para sus escritos sobre cucarachas y demás. Criticó duramente la ineficacia de la burocracia austrohúngara, porque no conocía las otras. Desarrolló su propia teoría de que la administración era algo así como un organismo vivo cuyo único objetivo es estar ahí y durar el mayor tiempo posible con el mínimo esfuerzo de supervivencia.

No olvidemos que Kafka es uno de los escritores más importantes del siglo XX en lengua alemana, aunque menos importante traducido. Su obra es una de las más influyentes de la literatura universal, a pesar de que no se vende casi nada. La angustia, la crítica a los totalitarismos y las indigestiones por comer demasiadas anchoas son algunos de sus temas primordiales.

No hay comentarios: