El número
trece trae mala suerte cuando la mesa del banquete es sólo para doce comensales
y tú llegas el último, porque te quedarás sin cenar.
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Si estando
en un restaurante tiras sal por encima del hombro y se le mete en los ojos a
ese sujeto fornido y malhumorado que está sentado allí, se considera de
malísimo agüero y peligroso para tus narices.
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Si andando
por tu ciudad miras al cielo y ves volar una bandada de patos de izquierda a
derecha, es mala suerte, porque no verás la zanja y caerás en ella con toda
seguridad.
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Romper un
espejo es algo nefasto, porque están carísimos y, a poco torpe que seas, te
cortarás al recoger los cristales.
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Si abres un
paraguas bajo techo es muy probable que nadie se lo espere y le saques un ojo
alguien con una de las varillas.
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Si
encuentras un gato negro cerca de tu casa es malísima señal: significa que tu
casa está plagada de ratones, que se te meterán en la despensa y se te comerán
el embutido.
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Si pasas por
debajo de unas escaleras las posibilidades de que te caigan cosas encima
aumenta considerablemente. Si es un pintor, seguro que te manchará de pintura.
Si es un electricista, por ejemplo, saldrás bien parado si sólo te cae un
escupitajo.
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Si te
encuentras una herradura, eso significa mala suerte para el caballo que la
perdió, que se estará clavando todas las espinas del camino.
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Si te
encuentras un trébol de cuatro hojas, con lo rarísimos que son, es signo de que
llevas buscándolo un montón de días. Así es que significa que has tenido suerte
de encontrarlo y bastante pérdida de tiempo por tu parte. Lo malo es que, una
vez encontrado, no sirve para nada.
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Dejar un
sombrero encima de la cama tiene malas consecuencias, porque la chica, al ver
que usas sombrero, se dará cuenta de que eres un carca anticuado y no querrá
tener relaciones contigo. Ten por seguro que no harás nada interesante encima
de esa cama.
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Usar una cerilla entre
tres es signo malísimo. Implica pobreza, tacañería y que ninguno de los tres se
ha podido comprar un encendedor.
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Levantarse con el pie
izquierdo no es nada bueno, en efecto. Pero falta añadir que levantarse con el pie
derecho tampoco lo es. En general, levantarse para ir a trabajar, lo hagas con
el pie con que lo hagas, es algo desaconsejable. El que lo hace por obligación
está efectivamente teniendo mala suerte.
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Se considera que un
cuchillo y un tenedor cruzados en un plato dan mal fario y es verdad. Pero la
razón es simple: la etiqueta indica que si cruzamos los cubiertos queremos
indicar que ya no deseamos continuar comiendo y, por ello, en el restaurante el
camarero no nos servirá más. Por mucho que le miremos con ojos suplicantes nos
ignorará y no se ofrecerá a llenar de nuevo nuestro plato. ¡Antes de ponerse
supersticioso hay que estudiar protocolo!
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Llevar encima una pata de
conejo nos puede ayudar, pero deben darse condiciones especiales. Si alguien de
natural compasivo y bondadoso advierte que llevamos en el bolsillo una pata de
conejo muerto, deducirá ipso facto que somos unos deficientes mentales
y cretinos integrales. Entonces puede que se compadezca de nosotros y,
considerando que no estamos preparados mentalmente para enfrentarnos con el
mundo, nos ayude en algo y nos facilite algún trámite o gestión.
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Ser el séptimo hijo de un
hijo séptimo es algo magnífico, porque entonces se tienen muchos hermanos e
infinidad de primos, con lo que aumentan considerablemente las posibilidades de
que alguno de ellos esté en situación de enchufarte y de proporcionarte un
empleo bien remunerado y sin mucho trabajo.
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El color amarillo causa
males en el teatro, pero sólo a los hombres. Lo que pasa es que muchas de las
admiradoras de un actor se desencantan bastante si éste se viste con ropas
amarillas, porque le toman el número cambiado y dejan enseguida de admirarle.
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La costumbre que tiene la
gente de arrojar monedas a un pozo es muy buen signo, especialmente si el pozo
es tuyo.
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