Reseña de La metahumorfosis, de Pepe Pelayo

 

Pepe Pelayo: Metahumorfosis. Vivencias y reflexiones de un humorista, Humor Sapiens, Santiago de Chile, 2025, 196 págs.

         


 

No te dan premios por vivir, pero deberían, sobre todo cuando vives una vida buena para ti y para los demás, como es el caso presente.

          Sí, porque cuando consideramos a todos aquellos que dedican su existencia a perjudicar a los otros humanos, directa o indirectamente, cobran mucho más valor los años dedicados a darle placer a tu prójimo, y eso es lo que lleva haciendo Pepe Pelayo desde que era pequeñito (aunque si ven su foto dudarán si fue pequeñito alguna vez).

          Esta singular e hilarante autobiografía abarca todo lo abarcable en una trayectoria artística y creativa, dilatada en el tiempo y en el espacio. El autor consigue mantenernos en la alternancia entre risa, sonrisa, risa, sonrisa y más risa todavía durante todo el tiempo que dura la lectura. No flojea ni en la más corta de las frases, porque su bien probada habilidad divertidora funciona a la perfección y él domina por completo los cientos —porque son cientos, si no miles— de recursos literarios con los que se puede hacer humor si se sabe (como él indudablemente sabe).

          Se disculpa innecesariamente Pepe en su prólogo por no ser filósofo, psicólogo ni académico, pero lo que debería hacer no es eso, sino, por el contrario, presumir de que es humorista, algo mucho mejor, más valioso para todos y, si me apuran, mucho más difícil de ser. Porque teorías filosóficas estúpidas muchos las han pensado y no dejan de ser una anécdota vacua y medio olvidada en la historia de la cultura. Pero el humor no tiene trampa ni cartón, no se puede falsificar, no admite sucedáneos. Si algo no es gracioso, nadie reirá, mientras que cualquier majadería que no se entienda puede pasar por algo profundo a los ojos de los esnobs.

          El autor, sin abandonar ni por un momento su bendita jocosidad, teoriza sensata y profundamente sobre las variantes del humor y de aquellos que lo cultivan, sobre sus beneficios, sobre la manera de crearlo, sobre el efecto catártico que tiene sobre las gentes... Nos habla de monologuistas, cuentachistes, payasos, comediantes y otras muchas variedades de cómicos, describiendo sutilmente sus matices. Nos enseña cómo se construyen las diversas formas de humor destinadas a la radio, a la televisión, a los textos, al dibujo o a la interpretación... En resumen: toca todos los aspectos de ese maravilloso universo de la risa. Solo le falta incluir algunas recetas de arroces, que también los arroces pueden ser cómicos si te salen mal.

          A lo largo y ancho de los capítulos del libro encontramos una acertada alternancia de objetivos y logros, de vivencias narradas y reflexiones extraídas de las mismas. Pelayo se propone y logra hacer una defensa razonada del humor, como una de las principales y más meritorias actividades de los humanos. El nombre mismo de su editorial —Humor Sapiens— es todo un manifiesto de intenciones que no necesita mayor explicación.

          Pero además incide en sus subpropósitos, como el de acercar el humor a los niños escribiendo textos cómicos para ellos o el loabilísimo de fomentar la lectura «comiquizando» la literatura para acostumbrar a consumirla a los adultos reacios a hacerlo.

          Para goce de los amantes del dato, de los títulos y de los nombres —que hay muchos—, aparte de docenas de simpatiquísimas anécdotas propias, se incluyen relaciones de encuentros con los mejores cómicos coetáneos del autor (Les Luthiers y gentes de ese nivel). Con Quevedo también cenó Pepe un día y hablaron hasta tarde, pero, desgraciadamente, de ese encuentro no queda constancia).

          ¿Qué más, les voy a decir? En un momento en que todo el mundo escribe prácticamente lo mismo, un libro altamente original y distinto como es este nos hace el mismo efecto que una refrescante ducha después de correr dos maratones seguidos por el desierto del Nefud con abrigo, bufanda y calzoncillos largos de franela. Así es que solo me queda por decir: ¡Bien por Pepe Pelayo, que ha tenido la estupenda idea de escribir este libro, cuando podía no haberla tenido!

Afortunadamente lo ha hecho, para deleite de sus lectores.

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