Tácticas para vencer a la burocracia

 

 

          La burocracia se creó principalmente para combatir a los mentirosos

          Somos mentirosos (y no me refiero a lo de Hacienda). Pero, aunque no lo fuéramos seríamos sospechosos de tales.

          «—¿Cómo se llama usted? —pregunta el guardia.

          »—José Pérez —responde el otro.

          »—A ver la documentación...»

          Porque los hombres son falsos, pero el carné es verdad.

          «—¿Es cierto que hizo usted un cursillo de fontanería?

          »—Sí, señor.

          »—Demuéstrelo. Déme el certificado.

          »—Aquí está.

          »—Pero esto es una fotocopia.

          »—Es que sólo te dan un original, no cientos para que los repartas a todos los que te los pidan.

          »—Puede usted haber trucado la fotocopia, así es que ¡a ver el original!»

          Eso es llamarte mentiroso.

          «—¿Quién da la vez? —preguntas en la cola.

          »—Hay que coger número de aquella maquinita.»

          Eso es también llamarte mentiroso.

          «—¿Dónde vive usted?

          »—En Tomelloso.

          »—Tráigame el certificado de empadronamiento.»

          En otras circunstancias:

          «—A ver su billete...

          »—Yo he pagado al subir al autobús.

          »—¿Ah, sí? Pues si no lo encuentra, tendrá que venir conmigo.»

          Los gobiernos tienen nuestros datos. Pero aún así nos los preguntan y dudan de nuestras respuestas. Hasta hace pocos años, para que el Ministerio del Interior te expidiese un pasaporte, tenías que pedirle al mismo Ministerio del Interior un Certificado de Penales y, una vez conseguido, entregárselo al Ministerio del Interior.

          Así es que yo aconsejo combatir esas leyes anteponiéndose a ellas y enterrando a los entes públicos bajo la capa de papel que merecen que les soterre. Con ese instrumento vengador que es la fotocopiadora, los ciudadanos pueden librarse de la tiranía de los burócratas.

          Por ejemplo: supón que tienes que presentarte en un organismo público para cualquier gestión. Yo recomiendo lo siguiente: llegar a la ventanilla y, hablar muy deprisa, para que no puedan interrumpir:

          —Buenos días. Soy Fulano de Tal (y entregar una fotocopia de mi Documento Nacional de Identidad), hijo de Tal y Tal (y entregar una fotocopia del Libro de Familia de mis padres), nacido en tal sitio (y entrega una fotocopia de mi Partida de nacimiento), casado con Fulanita (y entregar una fotocopia del Certificado de matrimonio), vivo en tal lugar (y entregar una fotocopia del padrón municipal), soy profesor —o lo que sea— (y entregar una fotocopia de mis títulos académicos o técnicos), trabajo en tal lugar (y entregar una fotocopia de mi contrato laboral, de la última nómina y de la Declaración de la renta del año anterior, para demostrar que cumplo la ley). He recibido en mi domicilio (y entregar una fotocopia del contrato de alquiler de la casa) por correo certificado (y entregar una fotocopia del resguardo de correos) una citación suya (y entregar una fotocopia de la susodicha citación) en la que me piden que me presente aquí hoy (y entregar una fotocopia de un calendario, para que no hubiera dudas con respecto al día). Estoy a su disposición (y entregar una fotocopia de mi Fe de vida —para que conste que estoy vivito y coleando—, una declaración jurada ante notario de que soy legalmente responsable de mis actos y un certificado médico que demuestre que estoy en posesión de mis facultades mentales). Así es que dígame para qué me han citado.

          A esas alturas, seguro que el burócrata, con la mesa inundada por los papeles, estaría ya bastante desorientado y no sabría qué quería de nosotros. Luego es muy posible que se embarullara, nos mirara con los ojos muy abiertos y nos preguntara:

          —Perdone, pero, ¿cómo ha dicho que se llama?

          Ante esto, y si el Certificado de nacimiento ha demostrado ser insuficiente, se le puede entregar el Certificado de bautismo, donde también consta el nombre. O el carné de conducir. O cualquier otro documento en donde se mencione. No estaría de más, para una mejor identificación de nuestra persona, presentar documentos donde figure nuestro Número de Identificación fiscal, de la Tesorería de la Seguridad Social, etc.

          No hay que olvidar que esto es la primera escaramuza de una guerra psicológica. El objetivo es convencer al oponente de que, cuanto más me moleste y más tiempo me haga perder, más certificados le daré. Es conveniente haber sacado todos los certificados de una maleta de buen tamaño y procurar que haya estado siempre bien visible.

          (Ya sé que hay que ahorrar papel y yo de verdad que lo siento mucho por los bosques del Amazonas, pero ésta es la única manera que el ciudadano tiene de defenderse.)

 


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