Con faldas y a lo loco

 



Billy Wilder (1959)

 

Si llegara el fin del mundo

y la humanidad se hallara

al borde de la extinción

y sin poder evitarla,

y si entonces se quisiera

encerrar en una cápsula

los logros de nuestra especie

para al espacio mandarla

y que los extraterrestres

no se formaran muy mala

opinión nuestra, yo creo

que entre las reliquias varias

a preservar estaría

sin duda alguna Con faldas

y a lo loco, porque es obra

maestra, donde las haya

y que encumbra a Billy Wilder,

y justifica su entrada

en el Club de Hombres Ilustres

y Panteón de la Fama.

 

Para ello hay muchas razones.

Voy a citar unas cuantas.

Primero: porque es de humor,

que es una virtud del alma.

Segundo: por Marilyn,

quien —como se sabe— estaba

para parar once trenes

de los de larga distancia.

Tercero: por una historia

brillantemente engarzada.

Y cuarto: sencillamente

porque a mí me da la gana.

 

Mucha gente ha coincidido

conmigo al seleccionarla

una de las diez mejores

de entre todas las filmadas

(aunque esto no es concluyente,

porque entre ellas se halla

El ladrón de bicicletas

y otras que no valen nada).

 

Por si no saben la historia,

se la cuento en dos patadas:

don músicos ven a un gangster

que efectúa una matanza

y para salvar la piel

tienen que salir por patas.

¿Cómo lograr en América

esconderse de la mafia?

Se tienen que travestir:

ponerse blusita y faldas,

zapatos de tacón alto,

sostén y también enaguas.

Se enrolan en una orquesta

de señoritas muy guapas

que van de gira y allí

les suceden cosas varias,

hilarantes, divertidas,

conmovedoras, románticas,

originales y, en fin,

tremendamente simpáticas.

 

Y Billy Wilder, guionista

y director de la farsa,

dijo con modestia que él

sólo se consideraba

un discípulo de Lubitsch.

A mí este tipo me encanta,

pues dijo que la suprema

regla cinematográfica

era no aburrir a nadie;

y por eso se esforzaba

en hacer buenos guiones,

llenos de enjundia y de salsa,

para dar felicidad

a través de la pantalla.

 

¡Y todavía no han dado

su nombre a una calle o plaza

y los dos Bush, padre e hijo,

me consta que tienen varias!

 

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