Sugerencias para salvar a los bancos

 

Hace ya mucho tiempo que no duermo, preocupado por si los bancos están ganando bastante dinero.

          ¡Pobrecillos!

          Parece ser que en los últimos años su situación se ha hecho tan crítica que han tenido que despedir, muy a su pesar, a varios miles de sus empleados y que están todo el rato teniendo que pedir a los gobiernos de sus respectivos países que les ayuden con algunas cantidades para poder seguir adelante. A mí, que he sido pobre, estas situaciones de desamparo me provocan muchísima solidaridad.

          He investigado y de veras que los bancos lo tienen muy mal. En las juntas de accionistas han substituido las sillas de madera por unas de plástico, más baratas. En las reuniones de los consejos de administración les sirven a los directivos licores de garrafa. Y en las sucursales de las entidades bancarias han sustituido las particiones de maderas nobles por otras de plastiquillo. O sea, que la cosa les va mal.

          Los gobiernos ayudan, todo hay que reconocerlo; pero no es bastante. Yo creo que los ciudadanos deberíamos contribuir también a salvar a los bancos, no sólo indirectamente, con ese dinero nuestro que el gobierno les ha venido cediendo cuando lo han necesitado, sino de una manera más directa y personal.

          ¿Qué menos? Es un deber de lesa humanidad que tenemos para con estas instituciones que tanto han pensado siempre en nosotros, los ciudadanos de a pie, que tanto se han preocupado por nuestra economía, que tanto nos han ayudado siempre a llegar a fin de mes y que cuando nos arruinamos, nos hacen el favor de custodiar nuestra casa con mucho celo y cariño.

          Hago desde aquí un llamamiento a todo hombre de bien y persona de orden para que done generosamente una cantidad económica a su banco de cabecera, para salvarle de la más espantosa de las ruinas.

          Ya, ya sé que todos tenemos problemas económicos y que el dinero no nos sobra, pero los bancos están en una situación lastimosa y ¡algo hay que hacer, señores! ¿De dónde podremos sacar las perras para esa ayuda tan imprescindible?

          Aquí cada uno tendrá que ser creativo. Yo, por mi parte, he decidido ahorrar prescindiendo de algunos lujos superfluos, que paso a enumerar.

No cambiaré el aceite ni el líquido de frenos de mi coche durante diez años o así, lo que supondrá un ahorro importante.

Tampoco vacunaré a mis hijos. Así el Estado se ahorrará el dinero de las vacunas y podrá ayudar más a los bancos.

Todos los meses venderé dos litros y medio de sangre, lo que me proporcionará un dinero extra para darles.

          Eso es lo que haré yo. En cuanto a cómo conseguirán ustedes el dinero para salvar a los bancos, puedo darles alguna sugerencia:

          Si tienen un padre paralítico, métanlo en la cama, átenlo para que no se mueva y vendan la silla de ruedas en algún mercadillo de segunda mano. Seguro que consiguen algo de liquidez.

          Si tienen hermanas jóvenes y de buen ver, sugiéranles que se ganen unos euros extra por las noches con el comercio de sus encantos. Probablemente ya lo estén haciendo a escondidas, egoístamente y sin beneficio más que para ellas mismas.

          Si tienen un hijo de sobra (porque ya son muchos en la familia) sepan que se le puede sacar un buen dinero en el mercado internacional. Esta transacción tienen un factor de riesgo en el momento del canje, pero los precios van en aumento.

          ¡Hagamos lo que sea para salvar a esas instituciones bienhechoras que tanto han hecho por nosotros, porque quien no es agradecido, no es bien nacido!

 

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