Santa Gertrudis de Nivelles, patrona de los gatos

 

 

 

          La patrona de los gatos es santa Gertrudis (¡qué desgracia, llamarse así!). Con ese nombre, estaba claro que no se iba a casar, por lo que decidió dedicar su vida al Señor.

          Se la representa como una doncella que lleva un gato blanco y una guirnalda de flores. Cómo puede saberse que era doncella solo viéndole la cara es algo que no acabamos de comprender (probablemente se dedujo del hecho de que era muy fea).

          Nació en el 625, año que no fue bisiesto por muy poco, por sólo un número. Era hija de Pipino de Landen «el Viejo», que fue mayordomo del palacio de Austrasia durante el reinado de Dagoberto I, con lo que todo está ya dicho. Fue tía-abuela de Carlomagno, aunque este casi nunca iba a visitarla, porque se aburría en su casa y no le gustaba lo que ella le daba de merendar.

          En el 670 alguien sin nada mejor que hacer escribió su Vita, por la que nos enteramos de que tuvo relación con monjes irlandeses que iban a Roma, dato este que nos importa muy poco, ya que no tiene nada que ver con los gatos que nos ocupan.

          Su madre era rica y le construyó un convento para que fuera su abadesa (¡así cualquiera!). Murió a los 33 años y bastante aburrida, por cierto.

          A esta santa se le adjudican algunos milagros, como hacer que se acabase una tormenta o se extinguiese un incendio, cosas ambas que, a decir verdad, eran solo cuestión de tiempo que sucediesen.

          Gertrudis nunca fue canonizada, por lo que el remoquete de ‘santa’ es más bien un tratamiento de cortesía (de mucha cortesía), como cuando llamas ‘caballero’ o ‘señor’ a cualquier tío zafio y hortera. Pero al papa Clemente XII le quedaba un día vacío en el santoral y se lo dio: el 17 de marzo.

          (Luego resultó que Clemente había metido su pontificia pata, porque ese día sí tenía ya un santo adjudicado: san Patricio. Ambos —santa y santo— se llevan a matar desde entonces y aunque viven en nubes muy cercanas en el cielo, no se dirigen la palabra.)

          El caso es que en el siglo XV, por alguna razón que alguien sabrá pero nosotros no, la gente comenzó a rezarle a la pseudosanta para evitar las plagas de roedores. Esto sucedió en Alemania, los Países Bajos, Alsacia y Cataluña solamente y tampoco sabemos por qué.

          Curiosamente, a veces se la representa con el mencionado gato y en otras ocasiones con unas ratas subiendo por el palo de la escoba que sostiene. Así es que podría considerársela también patrona de las ratas. Es una situación ambigua, como cuando decimos que unos polvos químicos son ‘buenos para las cucarachas’, que no sabemos si es que les benefician o perjudican, si las matan o si las alimentan.

          La costumbre fue que se le dejaran ratones de plata y oro como ofrenda en una capilla de la catedral de Colonia. Estas figuritas desaparecían milagrosamente a la noche siguiente de haber sido ofrendadas. Claro, que no faltan gentes de la cáscara amarga que dicen que los religiosos de la catedral se quedaban con las valiosas figuras para su propio beneficio, pero nosotros no somos tan heréticos de pensamiento y preferimos creer en el milagro.

          ¿Y cómo es, cómo se llama, por qué se caracteriza el gato de santa Gertrudis? Pues nadie se ha molestado en documentarlo, por lo que tampoco se lo podemos contar a ustedes.


 

 

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