Collot d'Herbois

 



El revolucionario francés Jean-Marie Collot d’Herbois fue uno de los más temibles descamisados de su tiempo. Votó porque se le cortara la cabeza a Luis XVI «sin perder ni un minuto» e hizo muy buenas migas con Robespierre, de quien fue compañero de francachelas, aunque acabó traicionándole (como hicieron todos, por otra parte).

En 1793, a los ciudadanos de Lyon les dio por ponerse revoltosos y contrarrevolucionarios, por lo que el Comité de Salud Pública consideró que lo saludable para el público de Lyon era una lección en la asignatura guillotinesca. Para impartirla mandaron allí a d’Herbois.

No se puede decir que éste fuera un haragán: cumplió a la perfección lo que se esperaba de él. A su mandato, el dragón revolucionario quemó con su fuego a los lioneses y devoró a las lionesas. En total se calcula que fueron 6.000 ciudadanos a los que ordenó matar el Coyote de las hierbas.

Lo divertido del caso es que la historiografía nos cuenta que esta matanza no se debió a que d’Herbois se tomara muy a pecho el ideal revolucionario, sino a que había sido actor. Al parecer, años antes, interpretando (muy mal por cierto) el papel de Argan en Le Malade imaginaire, de Molière, en un teatro de Lyon, recibió una pita importante. Y ya se sabe cómo son los actores para estas cosas: te pueden perdonar perfectamente que asesines a su madre a puñaladas pero jamás olvidarán si no les ovacionaste con el suficiente entusiasmo; mucho menos si les abucheaste.

Sépanlo de una vez por todas y para siempre los públicos de todas las latitudes: si van al teatro les conviene siempre aplaudir a rabiar a todos los intérpretes, porque nunca se sabe las vueltas que puede dar el mundo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario