Reseña de «Una casa sin techo», de Isabel Gaudí

 

Isabel Gaudí: Una casa sin techo, VdB, Madrid, 2023, 94 págs.

      

          Esta deliciosa comedia se estrenó en la sala Estudio2, de Madrid, el 3 de abril de 2016, bajo la dirección de Manuel Galiana. Fueron sus intérpretes Julia Sanz y Pedro Fajardo. Acaba de aparecer una cuidada versión en bajo el sello VdB, de Éride Ediciones.

          Su autora, Isabel Gaudí es una actriz, directora y profesora de interpretación con una destacada trayectoria y que conoce el oficio desde dentro y a la perfección. Esta experiencia le ha valido para poder construir una comedia magnífica con el mínimo de elementos y sin necesidad de parafernalia exterior. Un hombre, una mujer, su relación, sus problemas, sus soluciones y un alto grado de humanidad y cercanía es todo lo que ha necesitado Isabel para atrapar al espectador en su día —y ciertamente lo hará con el lector de nuestro momento— con una historia conmovedora que nos confirma que la vida es la suprema inventora de argumentos. Solo espera que una sensibilidad inteligente, como sucede en este caso, sepa entenderla y sacar de ella material real para convertirlo en ficción.

          Varios elementos merecen destacar en esta pieza, como la lograda estructuración de sus partes, lo que en el argot teatral se denomina «carpintería». La elección y emplazamiento de situaciones y emociones está hecha con gran habilidad, todo se encuentra en su debido sitio y cualquier permutación de sus partes rebajaría la calidad del todo. Las escenas se suceden con fluidez y cada una de ellas nos compele a leer la siguiente, interesados como quedamos por ver en qué parará la complicada relación de los protagonistas. El desenlace —que no mencionamos— destila optimismo y vitalismo, y nos muestra cómo muchas veces está en nuestra mano y voluntad sobreponernos a las tristezas y angustias inherentes a nuestra condición humana, porque la vida tiene mucho que ofrecernos. Los personajes que comparten esta casa sin techo lo van poco a poco descubriendo y van aprendiendo a vivir.

          Pero no menos importante que esta pericia narrativa es el elemento del humor subyacente de la trama. Conseguir provocar risas tras las lágrimas y lágrimas tras las risas ha sido el objetivo obvio y claro de los dramaturgos de todas las épocas, pero que muy pocos han conseguido cumplir de manera satisfactoria. Gaudí lo hace. Dosifica hábilmente el alivio cómico en mitad de las más duras de las situaciones y, por el contrario, sabe añadir un punto de amargura, bien que dulce, a los momentos de bienestar. Esto funciona de manera eficaz en la pieza, porque la vida misma también es así. Por ello, las clasificaciones de género literario resultan imperfectas. ¿Es esta obra un drama grotesco o urbano, una comedia dramática o sentimental, un poco de todo? Los conceptos tradicionales ya no nos valen para este tipo de teatro que combina las emociones de siempre con los problemas de hoy.

          La lectura de esta comedia resulta fácil y satisfactoria, porque la autora ha pensado continuamente en la interpretación que los artistas harían de su material. Nos brinda, pues, diálogos con fuerza y efecto, pausas dramáticas acertadas y bien medidas, un ritmo narrativo que varía adaptándose a las circunstancias de los personajes y, en definitiva, un producto elaborado a base de bien hacer, escrito con gran esfuerzo y complejidad para que pueda ser leído con gran facilidad.

          Es este un libro que merece indudablemente su lugar en el catálogo de Éride, el sello editorial que con sus colecciones de clásicos, modernos y contemporáneos tanto está haciendo por la difusión del teatro.

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