Hay mucha gente (porque aguafiestas nunca faltan) que propone que se eliminen tales subvenciones, alegando que no sirven para nada (léase: las películas españolas son tan malas que no merece la pena que se hagan).
Eso es ser un mal patriota. No hay nada malo en destinar dinero para mejorar el cine español; lo que pasa es que hay que darlo para temas concretos. No sirve poner unos millones a disposición del productor para que haga con ellos lo que quiera (que será contratar becarios en vez de profesionales y embolsarse la diferencia). Tiene que controlarse su uso.
Las propuestas que hacemos desde aquí para emplear adecuadamente las subvenciones son las siguientes:
Propuesta 1ª.
Mandar a todos los actores de la península a estudiar interpretación a Corea (el Japón también sirve). ¿Por qué?, se preguntarán algunos. Pues porque en las universidades de esos países los estudios hispánicos están muy avanzados y a lo mejor conseguían allí que nuestros actores aprendieran a pronunciar el castellano adecuadamente, cosa que ahora muchos de ellos no saben hacer ni por asomo, pese a haberse formado en España.
Propuesta 2ª.
Abonar a los guionistas a algunos burdeles de calidad. El objetivo es que se desfoguen un tanto y no estén tan obsesionados con el sexo como para incluir escenas de cama en absolutamente todas las películas españolas, vengan o no a cuento.
Propuesta 3ª.
Contratar dos actores para cada papel de cada película. Como todos los productores tienen unos directores de casting que, queramos o no, van a dar papel a todos sus amigos, sean o no actores, hay que dejar que lo hagan y, cuando los directores oficiales de casting ya hayan contratado a todos sus amiguetes, que vengan otros señores y contraten a todo un nuevo elenco de actores de verdad, que serían los que rodarían la película. Se gastaría el doble de dinero en sueldos, sí; pero la interpretación saldría ganando.
Propuesta 5ª.
Regalarles muchos focos a los directores de fotografía, para que no hagan tantas tomas oscuras.
Propuesta 6ª.
Regalarles también muchos trípodes, para que no abusen del steady-cam, que tanto marea al espectador.
Propuesta 7ª.
Pagar la cuenta de la tintorería en las películas de época para evitar lo que viene sucediendo: que para no manchar los trajes que han alquilado, salen todos limpísimos y planchadísimos, aunque vengan de la guerra y se suponga que han pasado tres meses en una trinchera.
Si hemos de gastarnos el dinero, gastémonoslo bien.

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