Frank Sinatra

 

 


Cuando un camarero o un taxista te dice que, en realidad, es actor, la risa que te entra suele provocar tremendos ataques de hipo. Pues ése fue precisamente el caso de Frank Sinatra, «La Voz», que trabajó sirviendo mesas en sus años mozos.

Se llamaba en realidad Francisco Alberto, como un galán de telenovela, y era hijo de inmigrantes italianos (de un inmigrante y una inmigrante, para no dar pábulo a rumores innecesarios).

Fue uno de los mejores cantantes de jazz de toda la historia y también un destacado actor cinematográfico, principalmente en películas de gangsters. Un día oyó un disco de Bing Crosby y desde ese mismo momento decidió que no quería ser albañil ni nada parecido, sino cantante y actor millonario. El mundo sabe que lo consiguió. (Ahora contaremos cómo.)

Sinatra fue en sus inicios lo que se llama un camarero-cantante, profesión híbrida que convenía para los clubs nocturnos de su momento. Les entonaba la carta a los clientes y, al agradecer las propinas, llegaba hasta el sol alto natural.

 

En 1939 quiso el caprichoso azar que le sirviera la mesa al trompetista Harry James, pero como le volcó los martinis en el pantalón, James decidió que la hostelería no era lo suyo y le propuso integrarse en la nueva orquesta que estaba formando: «The Music Makers». Ése fue el comienzo de la meteórica carrera musical de Frank, que llegó a grabar 1.300 canciones, aunque no todas seguidas.

En su juventud, Sinatra había desempeñado también esporádicamente otros oficios. Fue vendedor de periódicos en el Jersey Observer, camionero y recadero. Durante este tiempo participó en actividades semidelictivas en una banda urbana y, por si eso fuera poco, ejerció de cronista deportivo, por lo que tuvo numerosos problemas con la policía local.

Ya rico y famoso como actor, siguió poniendo copas de manera amateur toda su vida, pues se montó una panda de amiguetes borrachuzos para parrandas y francachelas. A este grupo se le denominó «Rat Pack» y también «Clan Sinatra». Entre los gorrones que iban habitualmente a su casa a bebérsele hasta el líquido desinfectante de las encías estaban Jerry Lewis, Dean Martin, Shirley Mac Laine, Humphrey Bogart y otros sinvergüenzas. Frank era el pack master y se ocupaba de los cocktails, en recuerdo de sus años mozos. Las drogas y las prostitutas no se sabe muy bien quién las llevaba a aquellas fiestorras, pero lo que es seguro es que alguien las llevaba.

De su época de camarero perduró su relación con la Mafia. No se le pudo probar nunca nada, salvo que fue gracias a su amistad con Sam Giancano. Lucky Luciano y otros por lo que le contrataron para cantar en los clubs de toda América y por lo que le dieron algunas decenas de papeles en películas de gran presupuesto. En él se basa el personaje de El padrino que, para conseguir trabajar en un film, hace que le corten el cuello al caballo de un productor y se lo metan en la cama. Por lo demás, siempre se ha dicho que Sinatra estaba limpio de toda sospecha.

Así es que, si estaba limpio de toda sospecha, en las 2.403 páginas de que consta el expediente de Sinatra que tiene el FBI no sabemos qué puede poner.

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