Las estrellas iluminan
con fotones refulgentes
esa noche en que el Sevilla
juega en el campo del Betis.
Abajo, bajo la luna,
los socios tiran cohetes
y uno va y le da en un ojo
a un notario de Albacete.
Los grillos hacen apuestas,
tres a uno, con la muerte
mientras los guardias civiles
lloran lágrimas de leche.
(Estos versos anteriores
son un absurdo evidente,
metido con calzador
sólo para dar ambiente.)
Ruge la grada, mirando
al árbitro, don Vicente
Gómez-Lasaña y Rodríguez,
un colegiado que tiene
amplio historial futbolístico
y fama de cabroncete.
Aún no ha empezado el partido
y ya hay dieciocho o veinte
dándose de bofetadas,
llamándose «necio», «imbécil»
«bobo», «lelo», «tonto» e incluso
algún insulto más fuerte.
Porque la realidad es
—y explicarlo aquí me duele—
que media Sevilla piensa
que media Sevilla es gente
estupenda y la otra media,
gentuza, que es lo que tiene
que exista más de un equipo.
Está la elite y la plebe:
los de aquí, la crème social
y la hez social los de enfrente.
¡Qué bonito que es el fútbol!
¡Y cómo fomenta siempre
deportividad, valores,
amistad, concordia y enten-
dimiento entre el mundo todo!
¡Que haya quien lo vilipendie!
Veintidós mozos fornidos
sobre el rectángulo verde,
sin rosas ni madreselvas
ni lirios, tan sólo césped,
corren y aguantan, machotes,
el dolor de sus juanetes
para que nadie les tilde
de cursis y mequetrefes.
Pero la realidad es
—aunque exista quien lo niegue—
que juegan muy poco rato
y la diversión es breve:
porque es que si descontamos
el tiempo en que no se mueve
el balón, saques de banda,
las faltas que se cometen,
los masajes que se dan
y las aguas que se beben,
cuando congelan, los pases
cortos que no comprometen,
las cesiones al portero,
la triangulación perenne,
los cambios y las consultas,
las barreras que no deben
adelantarse y lo hacen
seis o siete u ocho veces,
el tiempo de la limpieza
de las cosas que les llueven
y etcétera, pues no queda
partido prácticamente.
¿Qué quiero decir con esto?
Que es mejor ver en la «tele»
los goles y ahorrarse tiempo,
señores, porque parece
que en la liga de este año
van a ganar los de siempre,
poniendo a su lado a estrellas
y a árbitros, con sus billetes.
1 comentario:
Jahajaja. Dormirse con una sonrisa como remate final a un lunes -que maldita la hora en que se inventó.
Puro Gallud. Gracias.
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