Un mundo

 


Una propuesta ya hace mucho tiempo propuesta

 

En su hoy desconocidísima obra Discursos sobre la fortuna o la virtud de Alejandro Magno, el no menos hoy desconocidísimo Plutarco escribe:

La muy admirable República de Zenón, el fundador de la escuela estoica, tiende fundamentalmente a este único principio: que no vivamos en ciudades ni países separados unos de otros por leyes particulares, sino que consideremos a todos los hombres compatriotas y conciudadanos, y que haya un solo mundo y ordenamiento, como una multitud asociada y constituida con arreglo a una ley común (Op. cit. I, 6).

 

Estamos, señores, hablando del siglo III a.C., momento en que Zenón (de Citio, al que no hay que confundir con Zenón de Elea, un siglo anterior), establece un principio político tan sensato y tan olvidado. La inmediata actualidad me cuenta que Italia persigue inmigrantes y que en España muchos se quejan de que nos estemos gastando menos dinero en armas para el ejército.

Han pasado veinticuatro siglos y parece ser que no hemos aprendido de nuestra herencia grecolatina.

Empero los problemas del mundo (guerras, hambre, contaminación, etc.) no se resolverán, no se pueden resolver mientras haya países. Porque la existencia de países es la aceptación del derecho a que los gobernantes de un país, dentro de sus fronteras, de su territorio soberano, hagan su santa voluntad, aunque perjudique al total de la humanidad.

Es precisa la supresión de las naciones, la creación de un gobierno mundial y la distribución justa del agua, la comida y las aspirinas entre los habitantes del planeta.

Sería un proceso difícil, sería largo y sería fastidioso para los que hoy tienen más. Pero es la única solución a los males del mundo.


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