Como otro ejemplo más del nunca bien alabado arte de llevar la contraria vindicaré a Papá Noel, a quien atacan todas las voces, afirmando que es foráneo, que nos hace perder nuestras tradiciones, etc. Todo el mundo en España parece querer más a los Reyes Magos sin razones muy convincentes.
Y como a mí me gusta ir contracorriente, empezaré recordando a los creyentes defensores de los Reyes Magos que el tal Nicolás es san Nicolás, o sea: un santo cristiano. En cambio los Reyes no eran cristianos ni «na».Vamos, que no hay por qué hacer de menos al pobre señor.
Otro argumento esgrimido en su contra es que es gordo. A eso yo objeto vocingleramente. ¡Ya está bien de tanto culto al cuerpo! Es gordo, sí, ¿qué pasa?
Los investigadores más sesudos aseguran que los Reyes no eran tres, sino nueve, y que no eran reyes, sino astrónomos. No aseguramos la veracidad de esta aserción. Puede que si llevaban la camisa limpia eso fuera suficiente para que les parecieran reyes o potentados a los pastores de Belén, que debían de ir bastante cochambrosos.
Ahora bien: si eran astrónomos que estudiaban el cielo mediante el muy científico procedimiento de perseguir a las estrellas en camello, ya no hay más que decir sobre su sensatez y raciocinio.
San Nicolás entiende a los niños y les lleva juguetes para que disfruten y para hacerlos felices. Los Reyes —si hemos de creer a los cronistas— llevaron oro (pero no mucho, porque San José no se pudo retirar y tuvo que seguir con la carpintería), incienso (que no logró eliminar el olor a establo) y mirra (sobre cuya utilidad, como no sabemos lo que es, no podemos emitir juicios). A juzgar por esta elección de regalos es obvio que a los Reyes no les gustaban los niños.
Aparte de todo esto, San Nicolás vuela. Y los Reyes Magos no se sabe que hicieran ninguna magia, por lo que se deduce que eran farsantes o, como mínimo, muy tacaños con sus habilidades.
Y lo más importante de todo, aunque no lo parezca: San Nicolás trae juguetes y eso es algo fijo, definitivo. En la tradición de los Reyes se han incluido elementos de control, miedo y castigo. Si has sido malo, te pueden traer carbón. Quizá no lo suelan hacer mucho, pero siempre amenazan con hacerlo. No es un regalo desinteresado, sino una coacción. Parecen decir: «Si no has sido bueno (léase: si no has sido bueno según mi criterio, si no has sido como yo quiero que seas) entonces te castigaré, matando tu ilusión».
Vaya, que mis simpatías están con el gordo.
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