Los escépticos

 

 

          Como los términos ‘recelosismo’ y ‘suspicacismo’ no acaban de hacerse muy populares en Grecia, se emplea el de ‘escepticismo’ para referirse a los filósofos que vienen a continuación, quienes sostienen que la verdad no se puede alcanzar, que todos los gobiernos son corruptos y que la lotería nunca toca.

          Esta ideología se basa en la noción de que ya se han dicho tantas cosas sobre el mundo que probablemente ninguna respuesta sea verdadera. Y a esto se le añade la noción pesimista de que si los pensadores más antiguos —que eran sabios y tal— no consiguieron atinar ni de lejos a la hora de resolver las cuestiones vitales, los jóvenes del tiempo presente —que son mucho más brutos—tampoco lo podrán hacer. Los escépticos proclamaron más o menos que el pensamiento humano había llegado a su decadencia máxima, y que ya nadie diría jamás en el futuro nada que mereciese la pena.

          Famoso entre ellos fue Pirrón de Elis (360-270), quien sostuvo que buscar el conocimiento era inútil y solo producía desasosiego; que no hay que emitir juicios sobre nada, porque probablemente nos equivocaremos; que no podemos fiarnos de los sentidos, porque nos engañan; que no podemos fiarnos de la razón, porque no se engaña aún más, y que es mejor no comprometerse a nada y poner siempre el adjetivo «presunto» ante cualquier sustantivo, para no pillarse los dedos.

          Otro escéptico conocido es Sexto Empírico (circa 65-140), autor de unas Hipotiposis pirrónicas que, en contra de lo esperado, se vendieron bastante. Escribió también otro libro titulado Contra las matemáticas, lo que es razón más que suficiente para que nos caiga simpático.

          Pisándoles los talones a los escépticos vienen los eclécticos, que tampoco quieren pringarse con afirmaciones originales en un sentido u otro. Por el contrario: elaboran un cóctel ideológico agitando postulados de diversas escuelas. No deja de ser una trivialización de la filosofía, para contemporizar con los dogmáticos, no ofender a los poderosos y hacerse entender por los cretinos.

          Cicerón (106-43) fue el más importante de estos pensadores cobardicas y aun así no dijo nada de interés filosófico. Bien es verdad que tradujo los términos griegos al latín, para que corriera la bola. Plutarco (circa 46-120) escribió un montón de Vidas paralelas y también unas Moralia, donde daba la lata con la ética, esa parte de la filosofía que te proporciona la base con la que sermonear a los que no piensan como tú.

          También estaba por allí Filón de Alejandría (10-50), un judío helenizado y pelirrojo que intentó encontrar antecedentes bíblicos en la filosofía griega y perdió miserablemente el tiempo sin toparse con nada digno de mención.

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