Una innovación teatral

 

 



Un aspecto curioso de Eloísa está debajo de un almendro es que es la primera obra en sólo dos actos, en lugar de los tres tradicionales. Esta innovación jardielesca obedecía a un concepto nuevo de la dramaturgia.

«Yo aborrezco la división arbitraria de las obras en actos. ¿Por qué en actos? El teatro español del siglo de Oro no se paraba en monsergas de éstas. Partía y ordenaba según las necesidades del asunto. Luego vino Moratín, ese afrancesado, y nos importó los tres actitos desde Francia.»

Según su opinión, la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace era falsa, pues la solución del conflicto se da en una última escena –como preconizó Lope en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo–. Así es que, con dos actos bastaba.

El descanso, además, es una ofensa al autor y a los actores, pues sólo hay que descansar de lo que fatiga o aburre. Si el autor tiene la suficiente imaginación para dotar a su obra de situaciones, pensamientos, frases y elementos argumentales de verdadero interés, los varios descansos son innecesarios. El espectador va al teatro a ver las comedias y no el telón de anuncios.

Su objetivo era que, algún día, las comedias se pudiesen disfrutar sin entreactos, de la misma manera que se ve el cine que, también, en su día, se había proyectado rollo a rollo.

(Hablando de innovaciones: Jardiel fue el inventor conceptual del «búho» o autobús nocturno del que ahora disfrutamos. Las autoridades no le hicieron caso en su momento, pero el hecho es que él mandó un escrito al Ayuntamiento de Madrid proponiendo que se facilitaran medios de transporte a la gente que asistía a la segunda función de los espectáculos.)

 

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