Jardiel y «Cantinflas»

 

 

En 1947 año tuvo lugar el encuentro de Jardiel con Mario Moreno «Cantinflas», uno de los mayores ídolos cinematográficos del momento en España.

          El popular cómico mexicano le escribió, encargándole una comedia, para representarla en su país. Nuestro autor le contestó diciéndole que él no sabía escribir para una personalidad determinada y tan concreta como era la suya, y que la comedia que le pudiera ofrecer, no le iba a gustar. «Cantinflas» insistió en que, al menos, le hiciera una sinopsis, para poder juzgar. Jardiel accedió a realizarla.

          En una nueva carta el cómico mexicano le anunciaba su visita a España para verle, charlar con él y recoger la sinopsis. Jardiel estaba entonces con su compañía en Barcelona y, sin sospechar el barullo que se iba a armar, contó el asunto a sus actores.

          Entonces todos comenzaron a burlarse a sus espaldas, pues tenían tan idealizado a «Cantinflas» que no pensaban que aquello fuera posible.

          –¿Qué se ha creído? ¿Que «Cantinflas va a venir ex profeso a verle a él? –decían.

          Cuando los periódicos anunciaron que Mario Moreno acababa de llegar a Madrid, no faltaron guasones que dijeron a Jardiel:

          –Don Enrique, «Cantinflas» ha llegado a Madrid. Tendrá Vd. que ir a verle allí.

          –No –contestó secamente el interpelado, dándose cuenta de la ironía con que le hablaban–. Será el propio «Cantinflas» el que venga a verme a mí aquí, a Barcelona.

          Naturalmente, siguieron sin creérselo.

          La prensa catalana anunció al día siguiente la llegada del cómico a la Ciudad Condal.

          –¡Ha venido! –le anunciaron los actores–. ¡«Cantinflas» ha venido! ¡Está en Barcelona! Se hospeda en el Ritz. Tendrá Vd. que ir a buscarle al hotel.

          –No hará falta –aseguró Jardiel–. Vendrá él mismo al teatro.

          El cachondeo de los actores no disminuyó. Hasta que, al día siguiente, uno de ellos interrumpió a gritos el ensayo que estaba teniendo lugar.

          –¡Está aquí! ¡«Cantinflas» está aquí! ¡Ha acudido al teatro y quiere ver a don Enrique!

          Allí estaba «Cantinflas», efectivamente.

          Todos quedaron estupefactos.

          Ambos artistas charlaron durante largo rato. El mexicano recogió y pagó su sinopsis (que, como ya el español le había advertido, no le sirvió para su personaje) y entre los dos se estableció una amistad que continuó ya para siempre.

 

 

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