Tópicos de literatura bellaca




Hablamos aquí de verdades sociológicas sobre porquerías humanas. Si —como dicen— el arte es el reflejo de la vida, entonces estamos apañados, porque de los temas recurrentes en el arte literario sólo podemos inferir cosas bastante desagradables y deprimentes sobre la especie a la que pertenecemos y la civilización de la que presumimos.
          He aquí algunas de esas tristes verdades, que espero que no ofendan a mis lectores, sino que les inciten a una provechosa introspección.

Los de pueblos son tontos
          Axioma que se deduce del hecho repetido hasta la saciedad en todo tipo de historias de que, si entre campesinos uno de los hijos no es un animal de bellota sino que muestra cierto grado de sensibilidad y sensatez, al final resulta que no era hijo de los campesinos sino algún príncipe de sangre real que el rey destronado confió al cuidado del leal pueblerino. En niño crece sin saber su origen pero sospechando que ocurre algo raro, porque recolectar algarrobas no le hace feliz. En cuanto se entera de sus orígenes, se larga de allí, abandonando a sus padres adoptivos, y si te he visto, no me acuerdo.

Los de ciudad son crueles
          Si el protagonista de ficción tiene un problema en medio de un bosque, puede que un anciano que vive en una cabaña le dé cobijo y ayude. Pero si el problema lo tiene en medio de una ciudad, ¡ya va dado! Nadie le socorrerá; al contrario: todos harán lo posible por empeorar su situación. Lo mejor que hallará será indiferencia. La gente de la ciudad es mala.

Los hombres son brutos
          En la literatura o el cine priman los protagonistas con fuerza bruta, desde Hércules a Rambo. Las proezas de la mente no son tan interesantes para novelas o epopeyas. El que más fuerte arrea es quien se queda con la chica.

Las mujeres son tontas
          Pocas heroínas hacen algo a derechas. O crean conflictos a muchos hombres (tipo Helena de Troya) o se desmayan en el peor momento en brazos de su héroe, cuando a éste le rodean varios espadachines con malas intenciones. ¿Sabe de algún caso en que sea la mujer la que le saque las castañas del fuego a su pareja?

Todos los hermanos se odian
          Efectivamente, no hay un sólo ejemplo literario de hermanos que se lleven bien, desde Caín y Abel a los hermanos Karamasov, pasando por el hombre de la máscara de hierro. Todos se traicionan todo el rato, aparentemente por un trono o una moza, pero en realidad por aborrecimiento ingénito.

Hijos y padres no se entienden
          El conflicto generacional es un hecho archicomprobado. Además, o bien se establecen relaciones raritas tipo Electra o Edipo, o se bien se usurpan tronos unos a otros con gran facilidad o se hacen cualquier otro tipo de perrería.
          Podría seguir con más postulados. Sin embargo, creo que he demostrado más allá de toda duda que la literatura se ocupa principalmente de cosas poco edificantes.

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