«Ha habido un accidente en el punto
kilométrico 44 de la autopista nosecuala», nos dice la noticia.
Yo siempre he sospechado que a los
periodistas les pagan por palabras. Por eso desarrollan estas técnicas sutiles
de sustitución y alargamiento, haciéndonos creer que es por moda o por
modernidad, cuando en realidad todo es cuestión de céntimos que poco a poco se
van sumando y haciendo montón.
¡A mí no me la dan con queso!
Esta estructura postmoderna (punto kilométrico) funciona así: kilómetro
= sustantivo comodín + adjetivo relacionado con la cosa.
Me ha gustado y lo voy a usar (aunque
a mí en mis libros nadie me pague el doble).
Así, en vez de «cuento» diré en
adelante escrito cuentístico y, en
lugar de «leche» diré líquido lácteo.
Es más impreciso pero ¡qué se le va a hacer!
Otros ejemplos:
Muchacha
= adolescente femenina
Muchacho
= adolescente masculino
Harina =
polvo harinoso
Legumbre
= alimento leguminoso
¡Qué fácil! Voy a ver si me salen más.
Pelo =
filamento capilar
Sonido =
onda sonora
Ojo =
órgano ocular
Patata =
vegetal tuberculoso (¿o es tuberoso? Lo malo de este procedimiento es que hay
que dominar los adjetivos).
Libro =
objeto libresco (Aquí hay un problema, porque no hay adjetivos precisos para
todo. Así es que habrá que inventarlos y eso habrá salido ganando la lengua.)
Tortilla
= guiso tortíllico
(La invención de adjetivos para este
fin es más interesante cuando se trata de familias léxicas o palabras
relacionadas.)
Asno =
animal asnal
Burro =
animal búrrico
Mulo =
animal múlico
Caballo =
animal caballar
Jumento =
animal juméntico
Potro =
animal pótrico
Yegua =
animal yégüico
Alazán =
animal alazánico
Percherón
= animal percherónico
Pura sangre
= animal purasángrico
Y así sucesivamente.
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