Todos los manuales de escritura literaria te dicen cómo
empezar una novela. Pero eso es fácil. A mí me gustan los desafíos y les
contaré cómo no hacerlo, que tiene más mérito.
Hay inicios prohibidos. He aquí
algunos:
Inicio
desmisterioso
Cuando Jones mató a Fielding, porque le envidiaba
su colección de chalecos de fantasía, clavándole un cuchillo hecho con hielo
que luego se derritió y no dejó rastro, no sabía que, tiempo después, el genial
investigador Hercule Poirot lo descubriría.
(¿Quién se iba a leer el libro, después de saber todo
esto?)
Inicio
descriptoinane
Las campanas del pueblo llamaban
a misa de once. Las cigüeñas, en lo alto del campanario, contemplaban el lento
trajín de la plaza del mercado. Los carros transportaban mercancías e iban
dejando los surcos de las huellas de sus ruedas en el barro que se había
formado con la lluvia de aquel otoño brumoso.
(Esto se ve a la legua que va a ser un tostón infumable.)
Descripto
pleonasmicoloquial
La autoayuda es algo que sirve
para ayudarte a ti mismo en cualquier situación. Es una manera de controlar tu
vida, sentir tú mismo y salir airoso de cualquier situación que la vida te
plantee. Debes dejarte llevar por los impulsos de tu yo interior.
(Ya sabemos que esto no te va a dar solución para nada.)
Inicio
pedantiplúmbeo
En un lugar de la mancha, de
cuyo nombre no quiero acordarme...
(No empieces ningún libro así, por dos razones: 1) Los de
la Sociedad Cervantina se enfadan, me consta; y 2) La gente no leerá tampoco tu
libro, al igual que no leen el original.
Inicio
modernivago
Maldita sea mi estampa exclamo
rufino dando con la mano sobre la mesa mientras su amigo le contemplaba
pensando qué bruto pero qué bruto que es rufino parece mentira que se haya
criado en los mejores colegios pero no importa los dos siguieron andando por
las calles de ese barrio tan bien conocido tiene usted hora le preguntó un
joven rapaz que salió de un callejón el otro le miró despectivamente pues sí
que esto yo para que me pregunten cosas bueno respondió no se ponga así que no
es para tanto ambos amigos siguieron andando pensando en sus cosas
(Este tipo de literatura joyceana o celiana no se entiende
«ná».)
Mi consejo es que no empiecen un libro de ninguna manera.
Así habrá un libro menos en el mundo y eso saldremos ganando.
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