Instrucciones para usar el aire




De la misma manera que resulta más barato (y hasta original) comprarse un jersey de lana en verano, conviene aprovechar el otoño/invierno para ponernos al día en lo relativo a gafas de sol, cremas bronceadoras y repelentes de medusas.
          Y lo mismo, pero al revés, puede decirse del empleo de los acondicionadores de aire, cuyo uso enseñaré a los lectores hoy mismo, porque me consta que hay muchos que se han comprado uno pero que no saben todavía cómo encenderlo.
          Ante las oleadas de calor sofocante con que la ardorosa canícula caldea tórridamente el candente verano, nos solemos felicitar por la idea que tuvimos en su día de instalar acondicionadores de aire en nuestra casa, al tiempo que nos fustigamos mentalmente con la idea de por qué no nos fuimos a vivir a Huesca, lo que habría fomentado el comercio en esa encantadora provincia, aunque pusiera a prueba la resistencia de sus infraestructuras, pero que nos habría hecho ahorrarnos un pico.
          Pero quizá no leímos con detenimiento el folleto de instrucciones del aparategui. No quizá no lo leímos ni con detenimiento ni sin él: vaya, no lo leímos de ninguna manera. Y eso siempre resulta un error. Los folletos de instrucciones son muy instructivos para aprender cómo traducen el español en China. Además, en ellos podemos encontrar algunos sabios consejos que nos ayudarán a ponerlo en funcionamiento o bien a no ponerlo en funcionamiento en absoluto y de este modo conseguir que nos dure mucho más tiempo.

Emplazamiento
Es importante colocar los aparatos de climatización en el interior de la casa. En el jardín, junto a la piscina, el aparato tendrá dificultad para refrigerar todo el aire del planeta y, de seguro, se recalentará. Lo mismo puede decirse que sucederá si lo instalamos en el tejado.
          En cambio, si lo colocamos en el armario de las escobas y lo apagamos en cuanto aquello esté razonablemente fresquito, podremos reducir drásticamente el consumo de energía.

Uso
Al encender el aparato no se debe ajustar el termostato a una temperatura inferior a los 5º bajo cero con la esperanza de poder hacer un muñeco de nieve en el salón-comedor al día siguiente. Mi experiencia te asegura que eso no funciona.
          Debemos apagar el aparato siempre que vayamos a pasar seis meses (o más) en la cárcel. El placer de encontrarnos la casa fresquita a nuestro regreso, tras cumplir nuestra deuda con la sociedad, no nos compensará de la factura que habremos de pagar, cuyo desorbitante monto nos empujará de seguro a nuevos delitos y a más periodos entre rejas.
          Cuando usemos el aire es conveniente que cerremos todas las puertas y las ventanas, caso de que nuestro domicilio las tenga.
          No hay que exagerar con el frío. Una temperatura de 10º C es más que suficiente para no morir; con 20º se pueden vestir prendas ligeras. Con 25º de media nos podemos ahorrar una pasta en ropa, usando el traje de Adán o el de Eva, si ése nos hace más ilusión.
          Un ingenioso truco para el ahorro de energía consiste en programar el aire acondicionado exactamente a la misma temperatura que existe en el exterior. Pasaremos calor, sí, pero la factura de la luz no se resentirá. Por otra parte, una diferencia de más de 22º C entre la temperatura exterior y la interior suele ser perjudicial para la salud.

Limpieza
Estos dichosos aparatos precisan de un cuidadoso mantenimiento. Los filtros se deben limpiar cada quince minutos, para impedir que el aire se vicie y que el polvo circule por el ambiente. En estos aparatos los hongos y las bacterias se encuentran como en casa. Pero como no tienen televisión, se dedican a reproducirse, cosa que hacen con facilidad y pueden causarnos diversas infecciones jade-respiratorias.
          La limpieza de los filtros es sencilla. Hemos de abrir la tapa frontal del aparato, presionando ligeramente en los lados. Retiramos los filtros desplazándolos hacia abajo. Con un destornillador vamos desmontando el resto del artilugio hasta que todas las piezas estén separadas. Introducimos el filtro en la bañera, que habremos llenado previamente de lejía. Lo dejamos allí toda una noche y al día siguiente lo montamos de nuevo, preferiblemente en el mismo sitio de donde lo quitamos.
          Existen en el mercado productos desinfectantes que eliminan los olores y que se aplican sobre las rejillas de salida del aire del aparato. Pero dichos productos producen un olor harto que el que había antes, por lo que sólo recomiendo usarlos si nos salen muy, muy baratos. Se les debe dejar actuar durante 20-30 minutos y, después de que hayan actuado, hay que darles unos aplausos de cortesía.

Mantenimiento
Los sinvergüenzas de los fabricantes recomiendan que un instalador autorizado lo revise una vez al año, para evitar fugas del gas refrigerante y prevenir fallos en la unidad condensadora. Esto está muy bien. El único inconveniente es que, con lo que el instalador autorizado nos va a cobrar por revisarlo, podríamos comprarnos un aire acondicionado nuevo e irnos además a pasar un mes en un hotel de cinco estrellas en Islandia y gozar del fresquito de verdad y de la Aurora Boreal.
          Sin embargo, si insistimos en que el instalador venga, es conveniente que tome lecturas de corriente, voltaje, temperatura, presión, flujo, ph, leucocitos y niveles de fluido para asegurarse de su correcto funcionamiento, pues cuando el equipo funciona por debajo de su eficiencia no sólo gasta más, sino que puede explotarnos en las narices, resolviéndonos de una vez por todas el problema del calor veraniego.

         



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