Voy a dar voces




No es no es que les vaya a chillar, sino que propongo palabras para que amplíen ustedes su vocabulario.
          Son voces relacionadas con los libros, porque algunas son en extremo curiosas y desconocidas, y ya es hora de que se utilicen de manera más generalizada. (También daré algunas apócrifas, de mi propia cosecha.)
          Entre las clásicas están:
          Bibliátrica, que es el arte de arte de restaurar los libros que se han roto por falta de cuidado o por haberlos usado para calzar la mesa de la cocina;
          Bibliopege, que define al encuadernador de libros, aunque es poco probable que los encuadernadores sepan cómo se llaman;
          Bibliognosta, el conocedor de libros; éste sí que lo sabrá, seguramente;
          Bibliósofo, «aquél que ama los libros». Esta palabra define al secretario o tenedor de libros vulgar y corriente;
          Bibliótata, bonita palabra que nos habla de una persona indiferente a los libros que posee: la mayoría. En realidad se trata de bibliofobia encubierta;
          Bibliótafo es aquel que no presta sus libros. Y hace muy bien, porque para devolver libros prestados hay que tener un gen especial, del que parece carecer la especie;
          Bibliópola, el librero de toda la vida, pero en culto;
          Bibliopea es el arte de hacer un libro, aunque no queda claro si el término se refiere a redactarlo o a imprimirlo, pero lo dejamos así;
          Bibliopepsia define a la propensión a la lectura apresurada, fragmentada y sin aprovechamiento.
          Y ahora vienen los términos que yo propongo. Se dividen en dos clases; 1) nuevas acepciones para palabras ya existentes, y 2) neologismos puros y duros salidos del caletre de un servidor.
          Nuevas acepciones:
          Bibliografía: Un libro sobre el que se ha pintado garabatos. Suele pasar mucho con los libros de texto de los niños.
          Biblioteconomía: Arte de no gastarse ni un duro en libros, leyéndolos en las bibliotecas públicas, que son gratuitas.
          Bibliomancia: Arte de adivinar qué libro ganará el próximo premio Planeta, para poder hacer apuestas y sacarse un pico.
          Bibliolito: Un libro pétreo, como un ladrillo, que no hay dios que lo lea.
          Y los nuevos términos:
          Bibliocefalia: Dolor de cabeza producido por la lectura de libros.
          Bibliódromo: Lugar donde se efectúan carreras en las que los corredores van cargados con libros.
          Biblioginia: Novelas para feministas.
          Biblioplegia: Golpe asestado con un libro.
          Bibliorragia: Característica del mundo actual, donde brotan libros por todas partes.
          Biblitis: Acción de hincharse un libro, por ejemplo, a causa de la humedad.
          Biblioma: Libro pernicioso, considerado como un cáncer cultural.
          Bibliopiteco: Un mono salido de un libro; por ejemplo, la mona Chita, que aparece en las novelas de Tarzán.
          Biblionauta: El que viaja encima de un libro. (¿Por qué no? Cosas más difíciles se han visto.)

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