Semblanza de Karl Popper,
conocido como el falsante, porque inventó la teoría de la falsación
Nuestro
hombre nació en Viena, el 28 de julio de 1902 que, como recordarán, amaneció
nublado. Su padre, Simon Popper, era judío de nacimiento. Su madre, Jenny
Schift, sin embargo, lo fue tras aprobar unas reñidas oposiciones.
La familia abrazó la fe luterana que
—casquivana— se dejó abrazar sin protestas ostensibles.
El joven Karl cursó sus estudios en un
colegio y, luego, en una universidad, demostrando así una falta total de
originalidad.
Cuando la guerra se aproximó, en 1937,
Popper decidió ausentarse un tiempo y no paró hasta llegar a Nueva Zelanda,
donde se dedicó a la docencia y a la pesca de truchas en un «college» y un río de por allí,
respectivamente.
En los inicios de su carrera como
intelectual Popper osciló entre la filosofía y la política, sin saber muy bien
a qué dedicarse. En una se ganaba más dinero, pero la otra le pillaba más cerca
de su casa, así es que la decisión fue difícil.
Desde los inicios de su andadura
filosófica, Popper se dedicó a defender a David Hume de los positivistas, que
se burlaban de que tenía la cabeza muy grande. Él y Hume se hicieron excelentes
amigos, cosa que Popper aprovechó para pedirle un préstamo.
Popper desarrolló su propia visión
deductiva de la ciencia, contraria a la visión inductiva preconizada por sus
antecesores. ¿Qué quiere decir esto? ¡Vaya usted a saber!
Expuso sus teorías en su obra Logik
der Forschung, explicando la lógica de los forschungos. Este libro apareció
en 1934, pero desapareció poco después sin que nadie sepa actualmente su
paradero.
Nuestro hombre dedicó gran parte de
sus escritos en diversas publicaciones de la época a la tarea de desmentir (sin
conseguirlo) que su segundo nombre era Raimundo.
Karl Popper fue heredero directo del
Círculo de Viena y se llevó a casa todos los libros polvorientos que los otros
habían ido acumulando a lo largo de las décadas. Al principio esto le puso muy
contento, hasta que descubrió que los libros eran casi todos muy malos y que
los únicos que merecían la pena ya los había leído antes.
Atacó a los neopositivistas con
opúsculos y escupitajos. Estos tomaron represalias y le pincharon las ruedas
del coche. Afortunadamente el coche no era suyo, sino de un vecino que había
aparcado delante de la casa de Popper, por lo que éste pudo demostrar
empíricamente que los neopositivistas se equivocaban.
Los radicales de los años sesenta le
tildaron de reaccionario y, considerando que sus doctrinas acabaron sirviendo
de columna intelectual para la vertebración del partido de Margaret Thatcher,
nos inclinamos a pensar que los radicales de los años sesenta no iban muy
desencaminados.
Con la ayuda de una batidora eléctrica
demostró la falsedad del historicismo providencialista hegeliano.
En el año 1995 Popper no hizo ninguna
aparición en público, debido principalmente a que había muerto el año anterior.
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