No conviene mudarse más de dos o tres veces en la vida,
pues es una experiencia muy traumática. (Me refiero a mudarse de casa, ¡claro!,
no de ropa interior.)
Debes considerar la mudanza como si fuera un incendio. ¿Qué
salvarías de la quema si sólo dispusieras de cinco minutos para hacerlo?
(Buena pregunta, ¿eh?)
Si has de cambiarte de domicilio, bien porque te divorcias,
por desahucio o simplemente por el placer de empaquetar, es conveniente no
dejar todo para el final. He aquí algunos consejos que te evitarán problemas
logísticos y aun legales.
Empaqueta
Puede
que esto sea una noción nueva para ti, hombre mediterráneo, pero es muy
habitual en muchas culturas nómadas y, en general, en los países decentes. Ser
desordenado y echar todo tipo de cosas a bolsas de plástico en el último minuto
no es el procedimiento mejor, créeme. Ahora bien: si quieres hacer ocho viajes
donde uno sería suficiente, allá tú con tu circunstancia, que dicen los
filósofos Ortega y Gasset.
Tira
cosas
No
te lleves todo. No vas a completar el rascacielos con todos esos botes vacíos
de Cola-Cao que tienes en el garaje, desengáñate. Aprovecha la hecatombe
mudancil para hacer limpieza y deshazte de algunos electrodomésticos, para
demostrar que la cultura del consumo desenfrenado no te ha alienado por
completo. Cuantas menos cosas te lleves, menos viajes hará el camión y te
ahorrarás un dinerillo con el que podrás comprarte cosas interesantes: por
ejemplo, este libro.
Guarda
cosas
Durante
las mudanzas perdemos documentos y objetos irrecuperables. Pero eso ¿es algo
inexorable dictado por un destino euripidiano, sofóclico o esquílico? No. Puede
evitarse. ¿Cómo? Guarda de antemano los objetos y recuerdos esenciales en una
caja, mándala por mensajería a cualquier pariente que tengas en Sudáfrica
(Nueva Zelanda también puede servir) y pídele que te la devuelva dentro de unos
meses a tu nuevo domicilio. Si al final no lo hace, habrás reducido aún más los
bultos en tu nueva vivienda y gozarás de mayor espacio vital.
Ten
cuidado con los animales
Si
tienes caballos en casa, o cebras, o ñúes (porque en la variedad está el gusto)
llévalos tú mismo y en tu vehículo al nuevo domicilio: no los transportes en el
camión con los muebles frágiles, más que nada porque puede que el traqueteo del
viaje les revuelva el estómago y te dejen todo perdido.
Deshazte
de las cosas odiosas
Considera
los objetos mudanzables según su valor sentimental. Aprovecha, pues es el
momento idóneo para tirar todos esos regalos asquerosamente horteras que te han
hecho los imbéciles de tus amigos y los cretinos de tus parientes y que odias
con cordialidad. Cuando te pregunten dónde está ese precioso marco de retrato
hecho con conchas marinas y macarrones pintados de purpurina que te habían
regalado, sólo tienes que alegar que se perdió en la mudanza y todo el mundo lo
comprenderá.
Deja
a mano lo necesario
Si
empaquetas antes de tiempo las llaves de tu coche, la tarjeta de crédito o al
gato, te puedes ver en apuros.
Usa
cajas
Preferiblemente
de cartón (las de plomo resultan más seguras, pero también más difíciles de
apilar) y detalla lo que contienen, preferiblemente por la parte de afuera de
la caja, si no quieres pasar los últimos días abriendo todas para buscar un
poco de champú.
Cosas
que deben ir juntas
Ropa
y vajilla deben empaquetarse conjuntamente, porque el papel de periódico no
protege adecuadamente los objetos frágiles. Además, la forma de los cacharros
de cocina hace perder gran cantidad de espacio al empaquetar. Así, envuelve los
vasos en calcetines, los platos en calzoncillos y las fuentes de porcelana en
abrigos o chaquetas. Los cubiertos pueden ir dentro de zapatos, aunque si son
de acero, no se suelen romper. Pero sí se pierden con mucha facilidad, así es
que lo de los zapatos funciona a la perfección. No te preocupes por el olor en
los tenedores: desaparecerá por completo en cuanto comas con ellos media docena
de veces.
Despreocúpate
de los aparateguis
Los
aparatos eléctricos, como ordenadores, reproductores de música de diversas generaciones,
etc., no te funcionarán de todos modos en la nueva casa, así es que no hace
falta que los envuelvas mucho para protegerlos.
Conserva
libros
Está
demostrado que los libros son los objetos que más se pierden en las mudanzas y
eso es una verdadera pena; así es que te recomiendo que hagas fotocopia íntegra
de todos ellos y los transportes tú mismo, no importa cuántos viajes tengas que
hacer para asegurarte de que no te quedas son todas esas maravillas de la
literatura que aún no has leído pero que tienes la firme intención de leer el
próximo verano, cuando vayas a la playa.
Haz
listas
Procura
que sean escritas. No confíes a la memoria lo que puedas apuntar en un papel.
Las mudanzas son procesos traumáticos y tu mente te traicionará, como suele hacer
habitualmente. Y si te olvidas por el camino a cualquier miembro de tu familia,
aunque sea por unos minutos, no te perdonará con facilidad.
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