3 de febrero de 1493. Enrique Tudor es designado condestable del Castillo de Dover. Es conde, sí, pero poco estable, porque sólo tiene dos años y aún se tambalea bastante al andar.
7 de enero de 1509. Tras asegurarse bien de que su padre se ha muerto (pues de lo contrario el lío que se hubiera armado habría sido importante), Enrique VIII sube al trono de Inglaterra con intención de quedárselo para él durante muchos años y disfrutar de sus súbditos y, más aún, de sus súbditas.
11 de junio. Se casa con Catalina de Aragón, pese a que tanto el papa Julio II como el arzobispo de Canterbury le aconsejan que no lo haga, diciéndole que las mujeres son el demonio y que hay que mantenerse lo más alejado de ellas que se pueda. Enrique no obedece y luego tendrá múltiples ocasiones de arrepentirse.
24 de junio. Es coronado en la Abadía de Westminster, que barrieron ex profeso para ese acto. El nuevo rey llevó un modelito ajustado de brocado francés y unos borceguíes de terciopelo a juego que dieron bastante que hablar, marcaron tendencia y fueron muy admirados por las damas de la corte, que era el fin que el monarca se proponía conseguir.
1 de enero de 1511. El cardenal Thomas Wosley comienza a ostentar el poder real porque el monarca está perfeccionando su revés en el royal tennis y preguntándole a todas horas a la Catalina que si quiere arroz. (Esto lo cuentan todos los historiadores de la época. No sabemos qué es lo que el rey quería proponerle con esa pregunta.)
21 de septiembre de 1513. Enrique VIII invade Francia y hace migas a sus ejércitos en la batalla de las Espuelas. En realidad esto es una manera de hablar. Enrique no invadió nada, sino que se estuvo tan tranquilo en su palacio ocupado en sus asuntos de siempre —las chicas—, mientras que sus militares le hacían todo el trabajo sucio de invadir, saquear, etc. La costumbre de los políticos de arrogarse el mérito ajeno es antigua, como vemos.
4 de marzo de 1514. Para estas fechas, Enrique ya empieza a estar harto de Catalina, que era muy enfadosa y se pasaba el día quejándose de todo y afirmando que en Inglaterra se comía muy mal y que el café que daban en palacio era aguachirri (no le faltaba razón a la buena señora).
7 de octubre de 1516. El rey se lleva un chasco de los de aquí te espero cuando Catalina da a luz a una criatura enclenque que no tiene eso que hacía falta tener para poder heredar el trono.
2 de julio de 1518. Para esta fecha el monarca ya le ha cogido mucho asco a Catalina, por lo que sólo la deja embarazada siete veces.
16 de abril de 1521. Para meterse con Lutero, que en aquel tiempo era el enemigo público número uno (pero principalmente para presumir de intelectual delante de las mujeres), Enrique escribe un opúsculo titulado Defensa de los siete sacramentos (en realidad se lo escribe un secretario, para que él no se manche los dedos de tinta, lo que hubiera sido inaceptable). Esto le vale al rey el título de Fidei defensor y al secretario, unas palmaditas en la espalda. Enrique le coge el gusto al título y cuando años más tarde rompe con Roma, no se lo devuelve y lo sigue usando descaradamente.
11 de septiembre de 1526. Enrique empieza a interesarse por Anne Boleyn, que era hermana de su antigua amante Mary Boleyn, que era amiga de su antigua amante Elizabeth Blount, que era cuñada de su antigua amante Rose McKenzie, que era vecina de su antigua amante Jane Wool, que era prima de su antigua amante... (se nos cansa la mano).
1 de febrero de 1527. Se da nombre formalmente al proceso conocido como «la cuestión real», consistente en desarrollar el mecanismo que permita al rey librarse de aquella reina tan desagradable que le cae cada vez más gorda.
8 de abril. William Knight, secretario real, marcha a Roma con unos embutidos para sobornar al papa Clemente VII. Lo que se pretende conseguir era que éste decrete como nulo el matrimonio de Enrique con Catalina de una manera u otra, aplicando cualquier ley que hubiera por ahí o siendo creativo e inventándose otra ad hoc.
18 de junio de 1529. Llaman a la reina al gran vestíbulo del Convento de los monjes negros en Londres, que tenía butacas para todos, y allí le dan la noticia de que se prescinde de sus servicios. El cardenal Thomas Wolsey, máximo mandamás del reino después de Enrique, le da el sobre con el finiquito y se la conduce de inmediato al castillo de Kimbolton, a donde llega justo a la hora de merendar.
26 de octubre. Se nombra nuevo Lord Canciller a Sir Thomas Moor, que resulta ser un moralista furibundo y pone a la corte a rezar a todas horas. Enrique, que lo que necesitaba no era un estadista sino una celestina eficaz, reconoce que se ha equivocado en su elección y toma una nota mental de acabar con él en cuanto tenga un rato libre.
15 de mayo de 1532. El clero inglés decide que el rey les pilla más cerca que el papá y que es mejor obedecer a éste que no al otro, porque el lugar más adecuado para la cabeza es encima del cuello y no en ningún otro sitio.
16 de mayo. Thomas Moor, que había sustituido a Thomas Wolsey, es sustituido por Thomas Cromwell, que es secretario de Estado y gobierna con la ayuda de Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury. El rey se arma un barullo con tantos tomases y cuando quiere encargarle a uno que le traiga a alguna dama para que le haga compañía un rato, siempre llama al que no es.
25 de enero de 1533. En medio del regocijo general tiene lugar la esperada boda y todo el mundo canta con Enrique y Ana para celebrar el enlace.
16 de julio. El papa, enfadado con Enrique por haberse acostado con Ana sin haberle pedido permiso a él, le excomulga. Éste contesta con una carta en la que le llama «tontaina» y otros epítetos aún más insultantes.
21 de diciembre de 1534. Enrique dicta leyes que le dan el poder de dictar leyes sobre lo que le apetezca. En ese momento lo que le apetece es ejercer de cabeza de la Iglesia de Inglaterra sin que nadie le chiste, para poder casarse con quien le plazca sin que le pongan malas caras.
30 de abril de 1536. Con objeto de tener dinero para regalos galantes, Enrique pide por favor al Parlamento que le permita confiscar las posesiones de los monasterios; el Parlamento, amable como siempre, le dice al monarca que ¡no faltaría más!
7 de mayo. El rey hace detener a Anne Boleyn, acusada de cargos de brujería, adulterio, incesto, injuria, conjura, traición y hacer trampas en el parchís. Se la condena a muerte en la hoguera o por decapitación, a elegir. Anne se muestra un tanto indiferente y Enrique tiene que decidir por ella. Opta por la decapitación, para ahorrar leña, pues no están los tiempos para despilfarros.
8 de julio. El monarca se desposa con Jane Seymour que, al parecer, posee unos encantos de los que la anterior esposa carecía por completo. Los historiadores no han sido muy precisos a la hora de detallarlos y nosotros no podemos hacer nada más que especular.
2 de abril de 1537. Jane muere «por causas desconocidas».
10 de julio. Enrique se casa de nuevo. ¡Sorpresa! Esta vez la afortunada es Jane Grey, que también debió de ser muy hábil en la cama a juzgar por lo fea que aparece en los retratos. Tampoco le dura mucho, que digamos.
6 de enero de 1540. Se casa el rey con Anne of Cleves, hermana del duque del mismo nombre (que no se llama Anne, sino Cleves, claro está). Es el timo de la estampita, pues engañan a Enrique con un retrato trucado en el que la joven aparece milagrosamente carente de la viruela que tiene en realidad y con una mandíbula bastante más humana. Se sabe que en privado la llaman «la yegua de Flandes» y es hacerle un favor.
8 de febrero. Se pide la anulación del matrimonio real, alegándose que no se había llegado a consumar nunca. Según el testimonio de Enrique, él entraba cada noche en la alcoba a llevarle a Anne una taza de leche caliente con un par de galletas. La besaba castamente en la frente y luego jugaban a las adivinanzas hasta el amanecer, pero nunca hubo ningún tipo de contacto carnal. Anne se acuerda de la otra Anne y acepta gustosa el título honorífico de «hermana del rey» y el castillo de Hever, que tenía calefacción central.
28 de julio. Thomas Cromwell, que había sido quien había organizado el casorio, es inmisericordemente ejecutado, porque alguien tiene que pagar los vidrios rotos. Ese mismo día, Enrique se desposa con Catherine Howard, a ver si a la quinta va la vencida y la cosa sale bien.
13 de febrero de 1542. Catherine es acusada de cometer un adulterio, lo cual no es en absoluto cierto. (No lo es, pues Catherine no ha cometido un adulterio, sino cuatro). Se la sentencia a ser matada y morir muerta. Realmente es un cacao legal, pues se alega un compromiso previo de Catherine, lo que convierte en inválido su matrimonio con Enrique, por lo que no puede haber adulterio si nunca han estado legítimamente casados. Pero el rey es poco amigo de burocracias y no hace ningún caso de estas sutilezas.
6 de octubre de 1543. Enrique se casa con Catherine Parr, una calvinista muy cerrada que le está regañando de la mañana a la noche y luego, durante toda la noche. El verdugo afila el hacha todos los días esperando que el rey le llame con urgencia en cualquier momento, pero eso no sucede. Sorprendentemente, el furibundo Barba Azul que se había venido deshaciendo de sus mujeres como si fueran los papeles de envolver caramelos de café con leche acaba sus días aguantando a una marimandona y obedeciéndola ciegamente, lo que demuestra que hay señoras que imponen mucho más que el rey más tirano y despótico.
28 de enero de 1547. Enrique entrega su alma a Dios, aunque no en muy buenas condiciones.
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