(Para aburrirse con esta historia no hace falta leerse las dos partes del Quijote. Lo podemos conseguir con un simple poema. Para rematar el tema de una vez reescribo el único momento salvable de la novela, ya que el resto me sobra todo.)
Don Quijote —con Sancho y su pollino—
Oliendo a cabra sale de su aldea.
No deja de pensar en Dulcinea,
Que se halla en la matanza del gorrino.
Una planicie sucia (de la Mancha)
Infestada de rudos campesinos
Jugando al mus al pie de los molinos
O al frontón, en la más cercana cancha.
Tiene gran curda el caballero andante;
Embriagado, no ve las construcciones.
Deja marcado el miedo en sus calzones
En el ataque a lo que cree un gigante.
Levántanle las aspas hacia el cielo
Aplastando y chafando su armadura.
Maltrecho el hombre en arameo jura
Al darse un castañazo contra el suelo.
«No siempre ganas, muchas veces pierdes
Cuando te sobra, Sancho, confianza.
Hacia casa vayámonos.» Y Panza
«A buenas horas», piensa, «mangas verdes».
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