Agustina de Aragón

Agustina de Aragón
era heroica, aunque feúcha,
lo cual no le quita mérito
a su valor en la pugna,
pues contribuyó de lleno
a arrearles una tunda
a los soldados franceses,
con tenacidad de mula.
Pero, aunque duela contarlo,
era peor que Medusa.
Tenía el pelo estropajoso
y la cara bigotuda,
con la nariz aguileña
y una voz bastante hombruna.
A nosotros nos hubiera
gustado que fuera rubia,
con ojos negros y grandes,
delgadita de cintura,
sinuosa de caderas
y abundante de pechuga,
mas, ¡qué le vamos a hacer!:
hemos de contar la cruda
verdad y centrarnos en
lo eficaz que era en la lucha.
La maña por excelencia
nació en Reus, en Cataluña;
se casó con un milico
que murió o se dio a la fuga;
como el tipo no volvió,
pues Agustina Raimunda
—que era su nombre completo—,
que se había quedado mustia
sin marido, se casó
otra vez, creando una
situación comprometida
y de solución confusa,
pues el marido primero
volvió vivo a Zaraguza.
 
(Hemos tenido que escribir ‘Zaraguza’ porque si hubiéramos puesto ‘Zaragoza’ el verso no habría rimado en absoluto. Los lectores nos permitirán esta licencia poética un tanto traída por los pelos, pero es que no se nos ocurría otra solución.)
 
El otro marido, el nuevo,
se puso como una furia
y en la casa de Agustina
se montó un follón de aúpa
que ella resolvió casándose
—para evitarse una úlcera—
con un tercero, mostrando
ser algo terca y obtusa
y que había cogido gusto
al asunto de las nupcias.
Dejemos los cotilleos:
toquemos temas de enjundia
y contemos ya qué pito
tocó ella en la trifulca.
Tras haber caído muertos
(bien por bala o por alguna
otra razón) los soldados
que se hallaban de patrulla,
se crea una situación
militar muy peliaguda,
pues los soldados franceses,
amigos de dar la murga,
se disponen a invadir
para así hacer de las suyas.
Agustina, que venía
de la adoración nocturna,
contempla aquel panorama,
se pone de mala uva
y, sin pensarlo dos veces,
con la izquierda (que era zurda),
ni corta ni perezosa,
el encendedor empuña
y, a fuerza de cañonazos,
remedia aquella chapuza.
Este acto la hizo famosa
desde Pontevedra a Murcia.
Diéronle el nombre de «Agus-
tina, la Artillera Bruta».
Palafox la hizo sargento,
le dio una pensión muy cuca
y refrendó con medallas
la gesta de la baturra.

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