Gatos literarios


 


          Hemos estado buscando libros famosos escritos por gatos y, ¡oh, desilusión!, hemos encontrado muy pocos. Por lo visto, el ejercicio de la literatura no es una de las actividades preferidas de los mínimos (a diferencia de la composición de sinfonías, en las que muchos gatos han destacado).

          Así es que en esta sección nos ocuparemos de obras sobre gatos y no de gatos, ámbito en el que sí hay mucho de donde elegir. Reseñaremos algunos libros brevemente, porque lo mucho cansa y, cuando está mal escrito, incluso lo poco.

          El gato negro, del gran cuentista y borrachín Poe (don Edgar Alan) es una historia terrorífica. El gato que la coprotagoniza es tuerto y te mira de un modo que te pone los pelos de punta. Por lo menos, así se los pone a su dueño, que no le tiene ninguna simpatía.

          La historia es la de un criminal torpe que empareda a su víctima y a la que se le cuela el gato en el emparedamiento, por lo que el minino acaba maullando ante la policía y descubriendo el escondrijo del cadáver. El bichito hace de némesis y provee a la historia del elemento de justicia poética necesario. Ahora bien: el gato, simpático no es.

          Charles Perrault escribió también sobre un gato muy especial con el que tuvo mucho éxito (tanto, que en vez de Perrault muchos empezaron a llamarle Gatault). El gato con botas es un clásico infantil que tiende a demostrar que los seres humanos son completamente inútiles. Un gato listo (todos lo son) ayuda a un joven estúpido a lograr la mano de una princesa (estúpida también). Se convierte en su criado, transforma a su amo falsamente en el marqués de Carabás, le presenta como potentado y arregla el braguetazo.

          De esta historia se sirvió Jacinto Benavente para escribir su gran obra Los intereses creados y agenciarse con ella el premio Nobel de Literatura de 1922, cuando te daban el galardón por una obra concreta.

          Hay un gato con nombre de queso o cosa parecida: Chesire, que aparece en Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, ese libro escrito y diseñado específicamente para no decir nada claro y que parezca, por ende, que se dicen cosas muy profundas. El gato aparece y desaparece a placer y no contribuye en absoluto a la historia, pero consigue que se le recuerde sin haber hecho nada en especial, como sucede con los famosos de televisión.

          El diario de Chatoski, de mi tía Evangelina Jardiel Poncela, cuenta historias reales de sus mininos: de cómo sabían abrir las puertas colgándose de los manillares y de cómo se las hacían pasar canutas al pobre perro que tenía que compartir piso con ellos.

          Akenatón fue un gato que escribió un libro en siamés: La historia de la humanidad contada por un gato. Luego, Gérard Vicent lo tradujo. La obra del tocayo del faraón liante (liante, porque se empeñó en cambiar a los dioses de toda la vida por uno nuevo y desconocido, con el consiguiente lío teológicosocial) nos describe la estupidez humana en orden cronológico.

          Rudyard Kipling, en su libro Precisamente así, cuenta una bella historia simbólica titulada «El gato que iba solo» (y nosotros la contamos también en este libro), sobre la domesticación de este felino. El Primer Gato hizo un pacto con el Primer Hombre y el Primer Perro para que le dejaran vivir en la Primera Cueva sin pagar el Primer Alquiler, pero sin renunciar a su independencia. Se dejaría acariciar por los niños, pero sin demasiadas confianzas.

Lope de Vega, en su infinita sabiduría, escribió una composición poética que es de lo mejorcito que se ha hecho en el tercer planeta del sistema solar: La gatomaquia, obra heroica en forma de silva sobre los tejadescos amores de Maramaquiz, un gatazo conquistador que ha de enfrentarse a Micifuz para competir por la pata y el amor de la hermosa gata Zapaquilda.

El tigre en casa: una historia cultural del gato, de Carl van Vechten, cuenta las interacciones de gatos y hombres, en las que los humanos no desempeñan el papel más lucido, por decirlo de una manera suave.

El gran libro de los gatos, de Jorge de Cascante, es también una obra imprescindible sobre los felinos físicos: una antología «muy bien traída» de textos gatunos desde la Antigüedad.

Damos más información bibliográfica, por si acaso a los lectores esta información les sabe a poco:

Cristian Dzwonik «Nik»: Gaturro.

Haruki Murakami: Kafka en la orilla

Doris Lessing: Gatos ilustres

Ernst Theodor Amadeus Hoffmann: Opiniones del gato Murr

H. P. Lovecraft: Los gatos de Ulthar

Hiro Arikawa: A cuerpo de gato

Natsume Soseki: Soy un gato

Honoré de Balzac: Penas de amor de una gata inglesa

P. J. Stahl: Penas de amor de una gata francesa

Hippolyte Taine: Vida y opiniones filosóficas de un gato

Thomas Stearn Elliot: El libro de los gatos sensatos de la vieja zarigüella

James Bowen: Un gato callejero llamado Bob

Antonio Burgos: Gatos sin fronteras: andanzas y fortunas de Remo, un gato callejero

Takashi Hiraide: El gato que venía del cielo

Stéphanie Hochet: Elogio del gato

Mathew Inman: Cómo saber si tu gato planea matarte


 

 

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