Maradona

 



        La gente que se pasa la vida tumbada en un sillón puede llegar a admirar tanto a los que corren que pueden darse casos como el de Diego Armando Maradona, un balonpiedista lanusense que se convirtió en un dios; y esto no es una figura retórica hiperbólica, sino algo literal, ya que llegó a tener su propia iglesia, sus ritos y unos 500 000 adoradores con fiebre (fervientes) y otros sin ella.

        Según los argentinos, fue el mejor futbolista de todos los tiempos, un verdadero héroe deportivo, aunque quizá los brasileños tendrían algo que objetar a esto y mencionarían a Pelé.  Pero ¿cómo puedes convencer a los rioplatenses de que ellos no son superiores en todo a cualquier bípedo terrestre, avestruces incluidas? Es imposible. Así es que, para no discutir, aceptaremos como hipótesis de trabajo que Maradona era el mejor y seguiremos con nuestra descripción.

        A este mediocampista le llamaron «el Pibe de Oro», no sabemos si por su calidad con la pelota o porque acabó forrado. Fue un gran regateador, tras varios años como gateador, y destacó por ser zurdo, aunque no nos consta que él fuera consciente de este hecho, porque el consumo de todo tipo de estupefacientes y estupefacedores le mantenían en un estado que no sabía muy bien si estaba acá o allá. También fue pateador, que es como llaman por aquellos pagos a los que tiran las faltas y los penaltis.

        Lo que no se le puede discutir es que su fútbol era todo un espectáculo. Marcó todos los goles que quiso y hasta algunos que no quiso (cuando jugaba contra equipos o selecciones que le caían simpáticos).

        Deportió (hizo deporte) en muchos equipos y mientras futboleó, todo le fue bien. Cuando el alcohol y los kilos se adueñaron de su persona, entró en una espiral de esas que dan vueltas y te dejan mareado. La expulsaron de competiciones, se vio obligado a entrenar a equipos de segunda, se tuvo que internar en varios sanatorios desintoxicantes y, ¡humillación suprema!, acabó trabajando como cronista deportivo.

        Falleció el 25 de noviembre de 60, a los 2020 años (¿o fue al revés?), proporcionando tres días de fiesta a sus compatriotas en forma de luto nacional.

        Lo de la iglesia comenzó como una broma estúpida, pero ya se sabe que cualquier tontería consigue seguidores y que es siempre muy rápido el paso de la chunga a la fe.

        Primero se comenzó festejando el día de su nacimiento. Luego otros argentinos se sumaron a la iniciativa e hicieron sus originales sugerencias. El resultado fue la creación de la Iglesia maradoniana, que tiene un solo dios: Armando Maradona, y su propia Biblia, titulada Yo soy el Diego de la gente. El fenómeno se extendió primero al Uruguay, lo que parece lógico y sensato, y luego a otros lugares más lejanos como Japón o Afganistán, hecho sobre cuya sensatez preferimos no opinar.

        Esta religión cuenta los años desde el natalicio del futbolista. En el momento de escribir este libro (2024) y según este calendario, estamos en el año 64 d. D. (después de Diego).

        Es singular el empleo que sus forofos hacen del tetragrámaton D10S al aludir a él, mezclando la palabra ‘dios’ con el número 10, que era el de su dorsal. Un ejemplo de la inventiva sin par de sus seguidores.

        Ante el surgimiento de esta corriente, la Iglesia católica puso el grito en el cielo (lo puso allí, porque es donde más caso le hacen), pero a la hora de elegir entre Dios o el fútbol, los argentinos tienen muy claras sus prioridades.   

        Por otra parte, los sociólogos afirman que es lógico que los argentinos quisiesen adorar a alguien que hiciera alguna vez algo bien. No encontrándolo en el ámbito político, no tuvieron más opción que buscarlo en el deportivo.

        Incluimos aquí a continuación, para diversión de los lectores (y descanso nuestro, para no tener que escribírnoslo todo nosotros) los diez mandamientos de la Iglesia maradoniana.

 

       

        LOS DIEZ MANDAMIENTOS SUSODICHOS

 

        1.- Mantener que la pelota no se mancilla.

        2.- Amar el fútbol sobre todas las cosas.

        3.- Declarar el amor incondicional por Diego.  

        4.- Defender la camiseta de la Argentina.

        5.- Difundir los goles y milagros de Diego en todo el universo conocido.

        6.- Honrar los templos donde predicó con los pies y sus camisetas sagradas.

        7.- No proclamar a Diego en nombre de un único club.

        8.- Difundir los principios de la Iglesia maradoniana.

        9.- Ir a Registro Civil a ponerse Diego como segundo nombre y ponérselo también a tu hijo (Diega a las niñas).

        10.- No ser cabeza de termo y que no se te escape la tortuga.

 

 

(Obviamente, estos lunfardismos precisan explicación. ‘Que no se te escape la tortuga’ tiene un sentido obvio: no perder oportunidades. ‘No ser cabeza de termo’ significa, básicamente, no ser cretino.

Los seguidores de esta iglesia tienen dificultades para cumplir, sobre todo, este último mandamiento.


 




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