Sistemas para crear empleo

 

          La clave del asunto estriba en que el mundo está lleno de amateurs.

Así nos va.

La mayor parte de las actividades de las que se tiene noticia la llevan a cabo gentes que no se hallan preparadas para tal labor, personas no competentes, aficionados, en suma.

          Yo postulo por un movimiento de concienciación social y una política gubernamental coherente para revertir esta nefasta costumbre y crear puestos de trabajo a porrillo. Daré aquí mismo y sin perder ni un minuto algunos ejemplos suficientes de algunas áreas en las que se echa de menos la mano de verdaderos expertos profesionales.

          El vandalismo, sin ir más lejos. Cualquier hijo de vecino escribe o talla nombres o palabras inanes en las paredes de los monumentos públicos. Algunos hasta dibujan corazoncitos atravesados por una flecha. Esto añade bien poco a nuestro acervo cultural. Yo propondría que se contratara a escritores de renombre para que escribieran cosas bien redactadas en nuestro patrimonio. Pérez-Reverte haría maravillas tallando su egregia prosa en los estucos de las paredes de la mezquita de Córdoba, por ejemplo. Esto quedaría para la posteridad. Para monumentos menos importantes los ayuntamientos contratarían a escritores de segunda fila, de ésos que hoy se mueren de asco.

          Otra área interesante es la de la conducción. Los accidentes de tráfico se reducirían mucho si cada familia contratara para sus desplazamientos a un chofer profesional. Esto ampliaría muchísimo el mercado de trabajo, reduciría el paro y le daría un buen empujón (en la dirección adecuada) a nuestra economía.

Si a todos los que se dedican a la política —desde el Presidente del gobierno al último edil— se les exigiera una licenciatura y un doctorado en Ciencias Políticas, todo nos iría mejor. Nos libraríamos de vagos (porque para hacer un doctorado hay que trabajar), de oportunistas (porque esos estudios llevan tiempo), de incultos y amateurs diversos. Pero lo bonito del asunto es que para darles todas esas clases y dirigir sus tesis harían falta muchos profesores universitarios. Más empleos.

          Otra esfera laboral interesante sería el crimen. Nuestros delincuentes y estafadores no consiguen mantener el anonimato. Otra cosa es que acaben librándose de la cárcel mediante cohechos, sobornos, indultos y cuñados en el gobierno. Pero el caso es que no saben ocultar que tienen dinero ni hacen bien su trabajo. Todos los días se descubren redes de pederastia, tráfico de drogas y trata de blancas. ¿Y por qué se descubren? Pues porque los que las organizan son unos chapucheros aficionados, simplemente por eso. La creación de academias privadas para enseñar adecuada y sistemáticamente todas esas actividades clandestinas reduciría el paro en este sector.

          También somos muy cutres en el arte de la maledicencia. No hay más que ver los programas de televisión dedicados a meterse con algún famoso o famosa. Lo único malo que saben decir de alguien es que se acostó con otro alguien y eso, en mi modesta opinión, no es realmente tan malo. Las televisiones deberían contratar a filósofos y psicólogos de valía, a médicos alienistas reputados, conocedores de las obscuras profundidades del alma humana, para que, ayudados por expertos lingüistas, identificaran áreas realmente censurables de la conducta e ideasen epítetos verdaderamente insultantes. Esto haría interesantes esos cientos de programas diarios de cotilleo que hoy nos resultan tremendamente insulsos a los que los seguimos fielmente.

No hay comentarios: