Una película que no recuerdo bien

 


La historia empieza con Salieri en un manicomio, donde cada uno vive como quiere. Le han llevado allí por cortarse una oreja cuando su compañero de piso y de desdichas le anuncia que se va a ir a Tahití. Después, un indio coge un lavabo, lo tira contra una pared, abre un boquete y se larga; Salieri también aprovecha la ocasión.

        Luego vemos a Mozart por primera vez. Está en una fiesta llena de enmascarados y chicas en cueros, y en la que hay unos jóvenes que están lavando a un elefante en una piscina. Lo más característico del músico es su risa tonta, muy particular. Pero Jorge de Burgos, un bibliotecario ciego aunque con rayos equis en los ojos, objeta a la risa y acaba comiéndose un libro, no sabemos por qué.

        Mozart va a ver al Emperador —y a Sissi, de paso— tocado con una peluca, pues se ha disfrazado para huir de un gangster con botines blancos. El Emperador aún no se ha convertido en llama y ambos deciden que hay que hacer las cosas a la alemana, aunque sin dispararle a las niñitas de abrigo rojo. El otro le encarga una ópera y el músico la compone, pero tiene dificultades.

        El primer problema es que en la ópera hay un fantasma inoportuno que asusta a las vicetiples. Además, a un músico se le caen al suelo sin parar todas las partituras y un señor con bigotes grandes se dedica a vender bocadillos de jamón mientras otro con el pelo rubio y rizado se empeña en subirse por los telones. Se estrena la ópera y un aviador de la tercera fila se dedica a salirse del patio de butacas todos los días en la misma escena.

        Por otra parte, Salieri decide espiar a Mozart y le vigila desde una ventana con unos prismáticos. Mozart tiene problemas económicos y decide robar un casino de Las Vegas con unos amigos. Salieri le hace un encargo —una misa de Requiem— y el músico tiene que acabarlo antes de que lleguen los pistoleros en el tren de las 12:00 y se lo impidan.

        Comienza el declive del genio. Se emborracha por las noches y desatiende a su mujer, que se dedica a montar un gigantesco puzzle ante una gran chimenea. Por fin ella se harta, se pone un pañuelo en la cabeza y se va con una amiga en un coche, a conocer gasolineras.

        Finalmente Salieri quiere que Mozart componga directamente para él, se declara su fan número uno y se dispone a cortarle un pie. La vida del músico toca ya a su fin y la muerte se presenta ante él y le propone jugar al ajedrez.

        Su esposa regresa en una diligencia, pero como una de las mujeres se empeña en dar a luz asistida por un médico borracho, acaba llegando tarde.

        Entierran a Mozart en un día tan lluvioso que se lleva por delante a todo un pueblo, pero no está en paz mucho tiempo, pues el camposanto estaba construido encima de un antiguo cementerio comanche, los cadáveres de los indios se salen y Mozart acaba revuelto con otros señores.

 

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