El problema de la semana

 

Un género literario ya en obvia y franca decadencia —pero que hizo las delicias radiofónicas de nuestras abuelas— es la del consejo radiofónico (generalmente para una consulta sentimental). Cuando tu vida amorosa hacía aguas por todas partes, escribías a la señorita Elena Francis (quien, probablemente, debía de ser con toda seguridad un señor con bigote y perilla) y ella (bueno: la locutora que leía lo que el señor con perilla había escrito) contestaba con voz muy dulce, intentando solu
cionar el problema que la oyente le planteaba, con consejos que parecían sacados de La perfecta casada, de fray Luis de León, ese libro que invitaba a las féminas a quebrarse ellas mismas una pata y quedarse en casa.

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DÑA. ELENA FRANCIS.—¡Buenas tardes, radioyentes! Marisa López, nos escribe desde Alpedrete y nos cuenta en su carta un problema que tiene que ver con su compañero sentimental. Nos dice: «Querida señorita Francis: Estoy harta de ir al servicio y encontrarme manchada la tapa del retrete. ¡Es asqueroso! ¡Esto está destrozando mi vida sentimental! ¿Qué puedo hacer?»

 

Querida Marisa: Entiendo de veras tu problema y te indico varias opciones que pueden solucionar tu dilema.

Cambia de novio. Es lo más fácil, pero deberás asegurarte de que no te pase lo mismo con el siguiente, por lo que, para elegirlo —porque entiendo que eres joven y apasionada y no quieres vivir sola— tendrás que organizar una prueba práctica. Coloca a los que aspiren al puesto de novios tuyos ante una fila de retretes y elige como compañero sentimental no al más rico, al más culto o al que más te quiera, sino al que tenga mejor puntería.

Pon dos retretes en tu casa. Y que tu novio haga con el suyo lo que le dé la gana. Te aseguro que no es tan caro. Si no estás dispuesta a desembolsar unos cuantos billetes para salvar una relación, entonces eres una chica la mar de superficial y te pueden ir friendo un pimiento.

Aprovecha esta vivencia. Y escribe un monólogo de humor para la televisión o para una sala de fiestas. Dados los gustos del público actual, el éxito está asegurado. Puedes hacerte famosa con una obra que se titule, por ejemplo, Los que no atinan punto com. Ganarás dinero a espuertas.

Demándale por malos tratos psicológicos. Hoy en día eso se lleva mucho y contarás con las simpatías de aquellos gobiernos autonómicos o municipales cuyas elecciones se aproximen. Recibirás, además, miles de cartas de adhesión de otras féminas en tu misma situación y podrás hacer una bonita colección de sellos de correos.

Recurre a la castración. Tendrás que emborracharlo adecuadamente si la idea no le hace especial ilusión. Cuando se recupere, tendrá que sentarse como tú y se verá incapacitado para todo tipo de actividad goteante.

Hazte monja. Vete a África, a misiones. A los pocos años de estar allí, habrás olvidado por completo este problema que hoy tanto te angustia.

Pídele cariñosamente que no lo haga. Eso suele resultar mejor que quejarte de él a escondidas en una emisora de radio como ésta, intentando lograr la simpatía de las otras mujeres. A lo mejor es un chico majo, te hace caso y deja de manchar.

La última opción. La última opción que te recomiendo es que subas el asiento después de usarlo tú, porque el mismo esfuerzo cuesta dejarlo en una posición que en otra. Piensa que a lo mejor él te aguanta a ti otras porquerías sin quejarse.

 

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