En algún curso de verano que otro (no recuerdo cuál, pero quizá fue en uno de la Universidad de Alcalá en el campus de Guadalajara), coincidí en una mañana de sesiones con Fanny Rubio, catedrática de Universidad y poetisa afamada.
Ha sido directora de varias prestigiosas entidades culturales (como el Instituto Cervantes de Roma) y ha recibido numerosos premios entre los que se cuentan... bueno, mírenlo ustedes en su currículum, porque yo no me voy a molestar en escribirlo.
No sé qué pasará en otros ámbitos y profesiones, pero en el mundo académico no impera la camaradería, sino que es un entorno altamente clasista donde casi todos se conocen y se tratan con mayor o menor respeto según el puesto que ocupen. A mí, Fanny me trató con bastante desdén, ya que yo no era por aquel entonces catedrático en ningún sitio.
Pero como es inevitable, los ponentes toman café entre conferencias y charlan unos con otros. Así es que aquel día hablamos de poesía (yo he de confesar que no conocía su obra). Salieron a relucir Hierro, Celaya, Goytisolo y algunos otros poetas de la segunda mitad del siglo XX. No recuerdo cómo el tema derivó hacia la música y los cantautores. Surgió el nombre de Paco Ibáñez y yo manifesté mi entusiasmo por su labor.
Entonces, la poetisa laureada afirmó de una manera altamente despectiva: «¡Bah! ese solo es un cantante.»
No quise contestar, por deferencia el director de los cursos, que estaba allí, pues de otro modo habría dicho cosas feas con mi elevado volumen de voz, mi proverbial vehemencia y mi costumbre de gesticular mucho, lo que lleva a la gente a creer que estoy echando una bronca a alguien cuando meramente me limito a expresar mi opinión sobre algo. Aquel día, repito, me contuve.
Pero hice mal —creo— en tolerar aquella frase derogatoria, pues Paco Ibáñez ha hecho por la poesía española muchísimo más que todos los poetas de finales del siglo pasado y lo que llevamos de este juntos. Para el que no lo sepa, ha musicado de manera excelente centenares de poemas, con una habilidad especial para encontrar las melodías más adecuadas para cada uno. Los ha cantado por todo el mundo y ha descubierto y hecho amar la poesía a miles de personas de mi generación que sin sus canciones no la habrían conocido.
La Fanny cambió el tema y comenzó a hablar de otra cosa: de su obra literaria y de sus premios.
Luego investigué para cubrir mi laguna cultural en lo referente a la obra de las poetisas contemporáneas españolas y me enteré de que Fanny había publicado cuatro pequeños poemarios durante toda su vida, de esos que tienen breves versos sin rima ritmo ni medida, márgenes desmesurados y muchas páginas en blanco entre cada cada uno de ellos.
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